Hoy, México presume pasar por el mejor momento de su relación con Estados Unidos, al tiempo que el presidente López Obrador promete que su siguiente viaje internacional será a China. También, asegura que el T-MEC vigorizará la economía mexicana, mientras que el T-MEC en su Capítulo 32.10 inhibe a sus socios a tener acuerdos de libre comercio con economías que no sean de libre mercado, lo que significaría que el T-MEC sería el primer acuerdo comercial internacional antiChina.
México es campeón mundial en acuerdos comerciales (entre ellos 12 TLC con 46 países). La modernización del tratado con la Unión Europea es un hecho, el T-MEC recién arrancó y hasta contamos con un Tratado con Vietnam (del que nadie habla). Ya parece deporte favorito despertar la pertinencia de diversificarnos, sobre todo cuando recibimos coscorrones de nuestro vecino, pero llama la atención que hasta la fecha no tengamos un TLC con China, la economía número uno del mundo.
La relación diplomática entre México y China se formalizó el 14 de febrero de 1972, lo que ha generado un intercambio legislativo, académico, cultural. La primera misión empresarial mexicana al gigante asiático tuvo lugar en 1980 y desde entonces empezó a fluir el comercio. Sin embargo, los pocos conocedores de la relación bilateral aseguran que México ha desaprovechado esta sociedad y ubican la firma del TLCAN como el principal elemento que impidió ir más allá.
Desde 2003 China es el segundo socio comercial de México; hoy la relación es de 11 a 1, lo que significa que exportamos 1 unidad e importamos 11. Los sectores involucrados son electrónica, autopartes, ropa, petróleo, cobre y más. Las representaciones empresariales no tienen hoy mucha incidencia y quienes aprovechan son importadores, pero sobre todo hay un perfil de mercader que va a las grandes ciudades chinas, como Cantón, con varios fajos de billetes: los Marco Polo de Tepito, que traen consigo la mercancía ilegal que se vende en cualquier lugar de México.
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La visita de López Obrador a China sería una muy buena jugada estratégica, pero tendría que trabajarse a fondo y parece que no hay los elementos para ello. Ni los políticos, ni los órganos empresariales, ni las universidades han sabido comprender a China. En lugar de continuidad, hay ciclos. Por ejemplo, en la Secretaría de Economía hay un grupo de inteligencia comercial que, en función de sus modelos matemáticos, sostiene que el producto a fomentar en China es el mezcal y así desdeñan la promoción de miles de productos más. Una visión estratégica de largo plazo sería muy significativa para México ya que China, con todo y T-MEC, ya es socio y tiene un enorme potencial de inversión.
Desafortunadamente, para México no hay mucho margen de acción. El tono de la relación con China pasará bajo la mirada de Estados Unidos. Así fue con el TLCAN y se intensificará con el T-MEC. Nosotros somos manufactureros de China. Por tanto, nuestra relación con el dragón será limitada, como siempre. China entrará al T-MEC a través nuestro con el suministro de materias primas, productos semiterminados y no con la oferta de valor agregado que podemos ofrecer.