Pero mirando hacia adelante en medio de una pandemia que no da tregua, la pregunta que enfrenta a nuestra especie es cómo vamos a sobrevivir a retos como el cambio climático y la desigualdad entre países y comunidades con el actual paradigma del liderazgo. Un buen manotazo en la mesa no va a solucionar nada.
Nuestra existencia en este planeta depende de nuestra capacidad de crear alianzas transfronterizas, generar consensos y adoptar actitudes de empatía hacía los demás. Estos retos no requieren bravuconería, sino la capacidad de encontrar soluciones basada en la razón y apuntar en la dirección camino al bien común.
Estamos confundidos. Pensamos que ser un líder es mandar, girar órdenes, levantar la voz e intimidar a los subordinados. De este tipo de liderazgo normalmente se consigue obediencia, pero rara vez creatividad, complicidad y buena voluntad. Tenemos que cambiar la noción de liderazgo y entender que ser jefe no es lo mismo que ser líder.
Reflexionemos sobre lo que requerimos hoy en día para la generación de resultados positivos. Podemos empezar a cultivar nociones nuevas de los componentes de un liderazgo sano que produzca resultados favorables para la sociedad. Entre estas cualidades incluimos: conocimiento, comprensión, empatía y disciplina.
OPINIÓN: Líderes vacíos
Warren Bennis, considerado un pionero en el estudio de liderazgo, habla del ejercicio de liderazgo como el ofrecimiento de esperanza y claridad; ¡me encanta la idea! Nuestros líderes, mujeres y hombres por igual, deberían marcar un rumbo que incluya la construcción de organizaciones y comunidades sanas en todos los sentidos.
Es notable que durante la pandemia los países que han obtenido mejores resultados en la atención y recuperación están liderados por mujeres. ¿Por qué? Sin caer en estereotipos, vale la pena reflexionar al respecto.