Para lograrlo, las organizaciones de todas las industrias han comenzado a desarrollar un plan de acción que les permite afrontar el futuro en el cual, para poder prosperar, están alineando con su visión y situación presente.
En el contexto de la nueva realidad, un aspecto clave es la planificación de posibles escenarios, un proceso que implica realizar una profunda reflexión y análisis que les permita entender cómo está evolucionando el nuevo entorno, anticipar lo que podría suceder, y llevar a cabo las acciones para elevar su resiliencia.
Tal planificación contempla estar conscientes de la diversidad de condiciones posteriores a la crisis sanitaria a las que podrían enfrentarse, identificar cuáles serían las implicaciones para la organización, así como determinar su situación hacia el futuro y diseñar un plan de acción de alto nivel altamente flexible.
En el caso particular de México, son tres los escenarios que estarán supeditados a la reapertura de las actividades en cada estado, según el semáforo, la tendencia de contagios y el nivel de alerta, y se fundamentan en los pronósticos económicos para los próximos meses.
El primero de ellos está relacionado con la rápida contención, en el que se registra una fuerte pero breve desaceleración de la economía, particularmente durante los dos primeros trimestres del año, donde según un estudio, el producto interno bruto (PIB) podría ir del -2% interanual en el primer trimestre, hasta -8% en el tercero.
En tanto, la deuda y el déficit público podrían aumentar, mientras que las remesas y las exportaciones disminuir, y la inversión privada se mantendría en contracción el resto del año. En este escenario, la recuperación económica llegaría a partir del primer trimestre de 2021.