Y aquí es donde hago un preámbulo al recordar al “Decreto por el que se establecen las medidas de austeridad que deberán observar las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal bajo los criterios que en el mismo se indican”, publicado en el DOF el 23 de abril del año en curso, justo en aquellos días dónde la incertidumbre de la pandemia para los mexicanos se hacía cada vez más fuerte.
¿Pero qué pasa cuando la digitalización obligada se encuentra con la barrera más grande?
Me refiero directamente a las miras presidenciales que han dejado de lado la importancia de temas digitales, lo que hace necesario romper ese estereotipo gubernamental que impera, ese que de un día a otro cambia de opinión sobre el uso de las redes sociales cuando no le es benéfico.
Se necesita romper esa mentalidad de un contexto social de hace más de 30 años y aterrizar en la realidad, el año 2020, donde la importancia de las políticas públicas en materias relacionadas a la tecnología se vuelven necesarias para hacer frente a una pandemia, continuar laborando, conectar al país.
Si bien la Estrategia Digital Nacional fue “absorbida” por oficinas presidenciales, pareciera que se ha vuelto únicamente un departamento de informática personal, resulta imposible hacer esfuerzos de digitalización y acercamiento sin un presupuesto acorde, peor aún, sin una cabeza guía para ejecutar todas las acciones tecnológicas necesarias para salvar al país.
Ahora bien, con la desaparición de algunas secretarías que tenían a su cargo temas tecnológicos, y que estaban incluso conectando al país, acercando el espectro de conectividad a poblaciones aisladas, hoy vuelven a un retroceso; dejar a la infraestructura humana, desde personal, hardware, software y todos los esfuerzos por el crecimiento digital, se van quedando en el abandono, en el exilio donde imperan los programas sociales para personas que no aportan nada al país, ni estudios ni trabajo.