Si bien el crecimiento del desempleo formal, la carencia de oportunidades, los recortes presupuestales, y el hecho de vivir en un estado roto donde la atención prioritaria se centra en programas asistenciales y conseguir adeptos por el hecho de darles una cantidad mensual sin hacer ni aportar nada, la pandemia deja en claro que el contexto social está completamente desensibilizado para diversa temática, en este caso, lo digital y las nuevas formas de obtener ganancias fácilmente.
Una de las tendencias más marcadas en redes sociales, las cuales han sido el canal de difusión como campaña de marketing para la captación de consumidores, es la venta de “packs”, ese conjunto de contenidos multimedia, con videos y/o fotos explícitas de desnudos o situaciones sexuales de una persona o personas, también conocido como “nudes”; punto que se ha vuelto la vía para conseguir ingresos de muchas personas.
Basta con ingresar al buscador de preferencia y consultar resultados sobre la “venta de packs”, incluso existen guías de cómo hacerlo, cosa que muchas veces induce al usuario al error y deja expuesto.
La simplicidad de montar un negocio de venta de packs pareciera alcanzable para cualquier persona con un móvil con cámara, conexión a internet y el uso de una red social, ofertando al mejor postor con base en precios previamente trazados por algunas personas pioneras del negocio, otros más hechos a la medida, al gusto y filias del cliente, si es que su bolsillo se lo permite.
Podríamos hablar de una economía informal, que no se justifica con la necesidad, que va más allá de un simple pagar-enviar, pues estamos hablando de riesgos completamente latentes, los cuales podrían equipararse a la trata de personas; en otros casos más explícitos a pornografía infantil.