¿Cómo lograr que México salga de la crisis económica del COVID 19? | #AsíLoVemos
¿Cómo llegamos aquí entonces? Bueno, los episodios de capitalismo de cuates no son nuevos y podríamos asegurar que solo cuando hay reglas claras e instituciones fuertes e independientes de intereses se puede hablar de un estado generalizado de progreso, pero esos momentos son contados y es más usual que la avaricia y los excesos se hagan cargo de las economías.
Creer que el éxito surge de largas horas de trabajo, disciplina, educación continua, principios y valores no es un asunto idealista, es la única forma en que el capitalismo funciona para la mayoría y, en consecuencia, para los mercados y las industrias.
Sin embargo, en el caso de México, llevamos décadas soportando el peso de la economía en un porcentaje mínimo de consumidores y en uno menor de trabajadores bien pagados y en la formalidad. Fue más sencillo enfocar las políticas públicas y privadas hacia la maquila, el ensamble, los servicios rápidos y el bajo consumo, aunque inmediato, antes de elevar el valor agregado que podríamos haber incluido como parte de cada actividad comercial.
Tampoco es que estuviéramos solos en ello, fue toda una política económica que liberaba para después concentrar, dirigida a moldear opiniones y juicios que luego disolvieran las responsabilidades y culpara siempre a la “exuberancia irracional de los mercados”, la frase que hizo popular Alan Greenspan, cuando en 1996 quiso explicar el colapso de la burbuja de internet como presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
En medio, o más bien en el piso, quedaban los estragos de cada crisis: las hipotecas, las deudas, la pérdida de puestos, prestaciones y el congelamiento de los salarios. México conoce esos momentos y, creo, estamos ante una oportunidad de oro para evitar uno nuevo.
Si perdemos el ideal de que cualquier cosa es posible si uno se esfuerza, estaremos entrando a la crisis que en estos momentos tratamos desesperadamente de evitar. El capitalismo puede seguir siendo el mejor sistema de desarrollo que hayamos inventado, pero éste no es el capitalismo que sirve y menos el que necesitamos hacia adelante.
Es poco útil insistir en las múltiples formas en que este sistema económico caducó, cuando hoy debemos concentrarnos en construir un capitalismo que funcione, con competencia real, innovación y expectativas de vida para las y los nuevos trabajadores, además de principios, ética (como lo lee) y sentido social. Es la única manera de salvarlo.
Nota del editor: Francisco Hoyos Aguilera es Especialista en comunicación. Graduado del Tec de Monterrey con una maestría en la Universidad Iberoamericana. Fue reportero en el diario Excélsior y en la corresponsalía de The New York Times en México. Lleva dos décadas en la comunicación pública y privada. Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor. Síguelo en Twitter y/o LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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