¿Qué pasará con nosotros en cuanto podamos regresar a la oficina, a las juntas, a los viajes de trabajo? La realidad es que no mucho, porque el negocio de los espacios confinados para laborar ha recibido una herida de muerte. Nada de lo que hace sentido en el co-working coincide con las medidas sanitarias que tendremos que mantener el resto de este año y en el primer semestre del siguiente.
Adicionalmente, muchas empresas han avisado a sus ejecutivos que no regresarán al espacio de oficina hasta después de diciembre, mientras otras compañías de plano han cancelado sus contratos en donde tienen equipos reducidos o mercados poco rentables.
Si a eso le sumamos que corporaciones como Wework apenas salían de tumultuosos cambios directivos y de administración, entonces veremos muchos gastos convertido en ahorro en los siguientes estados financieros, lo que no es una mala noticia, porque también observaremos nuevos incrementos en la productividad desde casa, donde ya no sabemos cuándo es de día o de noche (es un decir, ¿verdad?).
Lo cierto es que el trabajo a distancia tiene unas inesperadas bondades e implica riesgos para muchas industrias en problemas antes de la aparición del coronavirus. Si no regresaremos pronto a una oficina, a una sala de juntas, la compra de, por ejemplo, ropa formal podría verse afectada. Sumar el total de metros cuadrados de tiendas de moda en una plaza comercial representa, en promedio, hasta un 60% del total de los locales y muchas firmas de tiendas al menudeo y de diseño pasan por el peor momento de su historia, gracias a una pésima gestión (para ellas) de fondos de inversión que las han aniquilado a precios ventajosos.
Poder conectarse a distancia y en la comodidad de la sala de la casa (aunque la cortina no contenga el sol o el espejo refleje a quien se acaba de levantar al mediodía) se ha vuelto igual de tedioso que cuando nos pasábamos horas en juntas, con la diferencia de que sentimos cierta satisfacción de ver que todos los participantes estamos bien y seguimos adelante, aunque con tres meses de cabello crecido.
Esto es veneno puro para las aerolíneas y cadenas de hoteles consideradas de negocios. No tanto para los sitios turísticos (ninguna aplicación podrá sustituir las vacaciones) o las grandes apps de reserva de espacios privados, los cuales podrán adaptarse y ofrecer incluso experiencias libres de coronavirus. Un precio de combustible, temporalmente más bajo, evitará un derrumbe, sin embargo, apenas esta semana Aeroméxico se acogió al capítulo 11 para declarar su bancarrota en los Estados Unidos.