Los románticos dirán que la esperanza es lo último que muere y que habrá que dejar que camine el plan de reactivación, pero no hay que olvidar que los indicadores de confianza empresarial siguen deteriorados. Dicho eso, la lista de proyectos no es suficiente pues ésta tiene que estar acompañada de medidas y acciones que transparenten las reglas de operación, pero sobre todo del compromiso del gobierno de que respetará la inversión privada y no antepondrá sus cálculos políticos y sus caprichos ideológicos.
Los proyectos de infraestructura son ideales para mover cualquier economía; generan empleos y PIB. ¿Pero qué será diferente esta vez? Aún hay tiempo para que este sexenio cambie su suerte, pero si siguen dominando los mismos modos la estrategia que ahora se presume solo servirá para dos cosas: para que el presidente corte listones de obras políticamente convenientes, como siempre ha ocurrido en todas las administraciones, y para que su nombre trascienda a través de las placas ubicadas en proyectos faraónicos.
Hoy, por lo que se ha visto, hay más dudas que certezas. Si bien es cierto el plan de reactivación integró reuniones con el Consejo Coordinador Empresarial y el Consejo Mexicano de Negocios, hizo falta enriquecer su contenido con la mirada de muchos más actores del ecosistema empresarial y, en cambio, atiza la sensación de que solo podrán participar grandes financieros y empresas. Si esto es así, el gobierno de la llamada cuarta transformación seguirá los mismos pasos del viejo régimen priísta, sin un proyecto ejecutivo completo y mirando solo el corto plazo.
Va un vistazo a la construcción en México: este sector incide en 180, de las 260 actividades económicas enlistadas por el INEGI, la pandemia ha impactado en 2,500 micro, pequeñas y medianas empresas; al cierre de agosto, el valor de producción de las empresas constructoras registraba una caída de 23.3%, al tiempo que dicho sector entregó más de 250 proyectos para ser tomados en cuenta en el plan de reactivación pero no se sabe el curso que estos tendrán.
Preguntas con la esperanza de tener respuestas alentadoras: 96% de las empresas de la construcción son pymes. ¿Habrá incentivos para que inviertan? ¿Están dadas las condiciones para que la banca comercial genere créditos? ¿Para la redacción de este plan se escuchó la voz de despachos de abogados, grupos de interés social y ambientales? ¿Están en el mismo canal todos los gobernadores y buena parte de los presidentes municipales? ¿Qué hay de la gobernanza? ¿Cuántos empleos temporales, pero sobre todo permanentes, generarán estos proyectos? ¿Están puestos los candados para que se incentive el uso de insumos nacionales?