Ni siquiera hubo pudor en este abandono de los criterios técnicos, estipulados en la legislación correspondiente, a cambio de obediencia política: uno de los comisionados de la CRE incluso manifestó, sin reparos, que daba su voto por instrucciones del Sr. Presidente. Todo esto a unos días de que la Suprema Corte avalara su propuesta de consulta ciudadana, con la patente confusión entre juicio legal y juicio popular, por el procedimiento de cambiar la pregunta y despojarla de sentido. La preocupación por la división de poderes y el Estado democrático de derecho en México es inevitable, y los inversionistas toman nota.
Como sea, esta contrarreforma energética en favor de un concepto de soberanía tan fútil como inviable va porque va. Aunque en el proceso se pierda el grado de inversión para los bonos soberanos.
En este equívoco vamos por un callejón sin salida y los contrastes con el mundo no podrían ser más marcados.
Mientras hasta el Fondo Monetario Internacional le recomienda a Pemex evitar la construcción de la refinería de Dos Bocas, una decisión de inversión tan inoportuna como absurda, comparemos con lo que hace BP, por poner un caso. Recientemente anunció su reconversión para ser una compañía de energía limpia, y señaló a la pandemia como disparador de su nuevo plan de negocio. No son sólo buenos deseos: por ejemplo, acaba de entrar al mercado de energía eólica en altamar, en asociación con la empresa noruega Equinor.
En cambio, en el Proyecto del Presupuesto de Egresos 2021 se informa que la CFE usará más combustóleo en sus termoeléctricas, supuestamente para obtener más ingresos y bajar las tarifas, aunque es bien sabido que el costo de generación por esta vía es muy superior al de las renovables. En el fondo se trata de prolongar artificialmente la vida de centrales obsoletas y un producto residual de Pemex que ya no puede ser comercializado fuera del país por su contenido de azufre.
¿Solución? Que nos lo autovendamos, previo desplazamiento del mercado de la competencia barata y limpia con los oportunos servicios de reguladores de “lealtad ciega”, y respiremos solos toda la contaminación resultante. Genial…
Cuando uno opina que invertir en refinerías es una pésima inversión, pues a estas alturas es claro que la industria automotriz va que vuela de los motores de combustión interna a los eléctricos, los defensores de esa obsesión política y energéticamente fósil, muchos de los cuales paradójicamente se autodefinen como progresistas, replican que los vehículos eléctricos son una especie de sueño de la gente rica y desconectada de la realidad mexicana.
Pero qué hay más desconectado del sentido práctico que aprestarse a cavar más pozos, algunos en aguas ultraprofundas en alta mar, para tratar lo extraído con procesos químicos altamente contaminantes y luego quemarlo, cuando se puede obtener lo mismo con el viento o la luz del sol.