Estados Unidos demanda a Google por ejercer un "monopolio ilegal"
Y ese es justo el argumento del Departamento de Justicia de Estados Unidos, demostrar que dada la relevancia, tamaño y presencia que Google tiene en el mundo de los exploradores Web (Chrome), los dispositivos móviles (Android) y nuevos dispositivos inteligentes (como bocinas, autos, TV o audífonos con Google Assistant), por más opciones que tenga el usuario, tarde o temprano el funnel termina en Google.
En pocas palabras, aunque no queramos usar Gmail, si tenemos un teléfono con Android es casi un hecho que abramos una cuenta de Google para gozar de ciertas preferencias o beneficios de otras aplicaciones. Aunque exista Bing o Yahoo, quizá necesitemos usar el buscador de Google porque el negocio que estoy buscando no aparece más que en ese buscador.
Es ahí donde el argumento de la libertad de elección en internet se torna difícil de creer, porque no se trata de una decisión de A o B, sino de A+B o A+C o A+D, pero A siempre tiene que formar parte de la ecuación.
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La compañía tiene razón en argumentar que las leyes antimonopolios de 1970 con las cuales el DoJ basa parte de la demanda, e incluso el caso de Microsoft contra la autoridad de 1990 por el monopolio de Internet Explorer, no pueden ser los moldes para esgrimir argumentos de monopolio en 2020.
Es un hecho que la tecnología siempre correrá más rápido, después de todo son los mismos políticos que le preguntaron a Mark Zuckerberg en su audiencia ante el Senado cómo hacía dinero Facebook, sin conocimiento alguno del mundo de internet, los que muchas tienen la responsabilidad de crear regulación para un universo que entienden poco.
Pero nos guste o no la demanda contra Google podría sentar base sobre cómo los reguladores podrían lidiar con el poder que firmas tecnológicas han adquirido en las últimas décadas, porque hoy podemos estar hablando de Google, pero recordemos que la espada de Damocles pende sobre Amazon, Facebook y Apple, firmas cuyos servicios y productos han transformado tanto el mundo que la línea entre elección por gusto y amor, y elección por necesidad obligada, a veces es muy borrosa.
¿Se puede vivir sin ellos?
Antes de escribir esta opinión pregunté en mis distintas redes sociales si se podía vivir o prescindir de Gmail y WhatsApp. Sin duda dos de los servicios digitales más utilizados por los mexicanos. Desde argumentos irónicos como “claro que se puede, si vives en una cueva”, “sí, si vives en una zona sin conectividad”, “sí, si cambias al servicio postal”, hasta comentarios más profundos relacionados a que nuestra dependencia es meramente por el tipo de sistema operativo de nuestro celular, por obligación laboral o por la región donde vivimos; en la mayoría de los casos las respuestas eran un rotundo no a un ambiguo “se puede pero es muy difícil”.
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Sin embargo, de todos los comentarios, el que más presente me quedó fue el de Ana, una amiga, quien escribió algo simple pero muy reflexivo: “Tengo un amigo que no usa Whatsapp. Nos molesta a todos, pero él vive muy feliz”.
Nota del editor: Carlos Fernández de Lara es un periodista especializado con más de 15 años de experiencia en el campo de la ciencia y la tecnología. Ha colaborado para medios como PC World México, Excélsior, InformationWeek y Grupo Expansión. Cuando no anda probando un nuevo gadget para entender el impacto y cambio que puede tener en las vidas de los usuarios, se dedica a analizar las tendencias tecnológicas, sus repercusiones y si es cierta la promesa que conllevan de mejorar la vida humana. Apasionado de los videojuegos y la realidad virtual. Síguelo en Twitter , Instagram ; escúchalo en su podcast semanal GamerHubMX y/o escríbele a cfernandezdlara@gmail.com. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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