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Construir en el presente habilidades para el futuro

¿Causará la tecnología de la inteligencia artificial más daños que beneficios? La respuesta es compleja: no necesariamente, apunta Guillermo Fournier.
mié 18 noviembre 2020 11:58 PM

(Expansión) – El mundo en el que vivimos es sumamente diferente al mundo de hace 50 años. El internet, la tecnología de los teléfonos móviles, las redes sociales, y la digitalización en sentido amplio, han cambiado radicalmente la forma de hacer negocios, comunicarse e interactuar.

Simplemente, para un viajero del futuro de los años 70 del siglo pasado, la realidad actual sería irreconocible y quedaría deslumbrado por los fascinantes avances de la ciencia. Pues bien, con toda certeza, en cinco décadas, el mundo será muy distinto a como lo conocemos hoy.

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Es evidente que estamos por entrar a una etapa de transición hacia nuevas tecnologías que transformarán la vida de individuos y sociedades; la Revolución Inteligente 4.0 está próxima a cambiar paradigmas y abrir una ventana de posibilidades ilimitada. La humanidad evolucionará a gran velocidad, en un escenario propio de las películas de ciencia ficción.

Sin embargo, la disrupción trae consigo inestabilidad inmediata y sus frutos tardan en materializarse de manera extendida. En 2020, ya se observan los inmensos retos por enfrentar con la llegada de la inteligencia artificial, la automatización de los procesos y la proliferación de las plataformas digitales. Anualmente, decenas de miles de empleos se pierden, puesto que las fábricas optan por robots sofisticados sobre humanos para hacer más eficientes sus operaciones.

Es verdad que históricamente ya hemos cursado por revoluciones industriales. Gracias a ellas la calidad de vida de millones de personas mejoró eventualmente. Además, dichos procesos de industrialización impulsaron la innovación, cimentando las bases para el desarrollo tecnológico de la era contemporánea. Empero, fueron extensos los grupos sociales que padecieron desamparo con la aparición de las máquinas industriales y la infraestructura agrícola.

Con el paso del tiempo disminuyó drásticamente el número de trabajadores operarios y agricultores. Por fortuna, la creación de riqueza producto de la revolución, consiguió abrir espacios laborales en negocios de prestación de servicios propios del sector económico terciario.

A diferencia de las revoluciones industriales anteriores, donde la población en edad productiva se vio obligada a desarrollar habilidades cognitivas y trasladarse a actividades como la prestación de servicios profesionales, la Revolución Inteligente tendrá una naturaleza distinta.

La inteligencia artificial superará a la acción humana en múltiples dimensiones; proyectos como Watson cambiarán la oferta de servicios médicos, facilitando el cuidado de la salud y la curación de enfermedades; plataformas como Ross representan ya un desafío para los abogados tradicionales que dan consultoría y asesoría jurídica. La inteligencia artificial pronto brindará un servicio mucho más barato e incluso mejor que el de profesionistas de carne y hueso. Por supuesto, esto causará una disrupción importante para la cual debemos estar preparados.

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Las habilidades laborales más valoradas por los reclutadores tras la pandemia

¿Causará la tecnología de la inteligencia artificial más daños que beneficios? La respuesta es compleja: no necesariamente, en la medida en que desarrollemos las habilidades requeridas para afrontar los desafíos de un cambio de era. Dentro de este paradigma se corre el riesgo de que la creación de nuevos empleos no se dé al ritmo esperado, pues la destrucción creativa será acelerada. Por tanto, es urgente trabajar en la construcción de aptitudes, herramientas y estrategias, que permitan optimizar la tecnología y aplicarla en favor del desarrollo social.

Los seres humanos del futuro deberán ser capaces de adaptarse a las dinámicas del cambio constante; la habilidad para aprender y reaprender será particularmente trascendental. Solo aquellos aptos para reinventarse de la mano de la creatividad y las habilidades blandas, podrán encontrar oportunidades en el entorno profesional y el mundo de los negocios.

Las universidades necesitan adaptar ya sus programas curriculares para incluir asignaturas y cursos de emprendimiento, liderazgo, y negociación; las empresas deberán invertir en capacitación para su personal, con especial enfoque en innovación y trabajo en equipo; los gobiernos están obligados a apostar por la investigación en ciencia y tecnología, además de crear políticas públicas que se anticipen al impacto de los cambios abruptos en la economía y el plano laboral.

El tren de la Revolución Inteligente ya ha partido; dependerá de cada individuo y sociedad si se sube a él o no. El futuro nos alcanza, por lo que debemos trabajar hoy en construir las habilidades que serán de utilidad para el mañana. Lo único inevitable es el cambio.

Nota del editor: José Guillermo Fournier Ramos es docente en la Universidad Anáhuac Mayab. Vicepresidente de Masters A.C., asociación civil promotora de la comunicación efectiva y el liderazgo social. También es asesor en comunicación e imagen, analista y doctorando en Gobierno. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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