Es evidente que estamos por entrar a una etapa de transición hacia nuevas tecnologías que transformarán la vida de individuos y sociedades; la Revolución Inteligente 4.0 está próxima a cambiar paradigmas y abrir una ventana de posibilidades ilimitada. La humanidad evolucionará a gran velocidad, en un escenario propio de las películas de ciencia ficción.
Sin embargo, la disrupción trae consigo inestabilidad inmediata y sus frutos tardan en materializarse de manera extendida. En 2020, ya se observan los inmensos retos por enfrentar con la llegada de la inteligencia artificial, la automatización de los procesos y la proliferación de las plataformas digitales. Anualmente, decenas de miles de empleos se pierden, puesto que las fábricas optan por robots sofisticados sobre humanos para hacer más eficientes sus operaciones.
Es verdad que históricamente ya hemos cursado por revoluciones industriales. Gracias a ellas la calidad de vida de millones de personas mejoró eventualmente. Además, dichos procesos de industrialización impulsaron la innovación, cimentando las bases para el desarrollo tecnológico de la era contemporánea. Empero, fueron extensos los grupos sociales que padecieron desamparo con la aparición de las máquinas industriales y la infraestructura agrícola.
Con el paso del tiempo disminuyó drásticamente el número de trabajadores operarios y agricultores. Por fortuna, la creación de riqueza producto de la revolución, consiguió abrir espacios laborales en negocios de prestación de servicios propios del sector económico terciario.
A diferencia de las revoluciones industriales anteriores, donde la población en edad productiva se vio obligada a desarrollar habilidades cognitivas y trasladarse a actividades como la prestación de servicios profesionales, la Revolución Inteligente tendrá una naturaleza distinta.
La inteligencia artificial superará a la acción humana en múltiples dimensiones; proyectos como Watson cambiarán la oferta de servicios médicos, facilitando el cuidado de la salud y la curación de enfermedades; plataformas como Ross representan ya un desafío para los abogados tradicionales que dan consultoría y asesoría jurídica. La inteligencia artificial pronto brindará un servicio mucho más barato e incluso mejor que el de profesionistas de carne y hueso. Por supuesto, esto causará una disrupción importante para la cual debemos estar preparados.