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¿La nueva normalidad es una nueva vieja amiga?

No se crean necesidades de los consumidores sino simplemente se develan necesidades latentes de las cuales no se era plenamente consciente, opina Jorge Saldívar.
jue 19 noviembre 2020 05:00 AM

(Expansión) – Después de casi más de ocho meses del comienzo de la pandemia y de vivir en un confinamiento total o parcial, hemos experimentado un sinnúmero de cambios, que es difícil estimar todavía si serán permanentes o se diluirán conforme avancemos hacia el control o prevención del COVID-19.

Cambios en nuestra manera de vivir, aprender, comunicarnos, trabajar, comprar, ejercitarnos, celebrar, hacer networking; bueno, hasta conocer a nuestra futura pareja, relacionarnos, comprometernos y casarnos.

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La “nueva normalidad” no parece sólo un chispazo de cambio ocasionado por la pandemia y nos hace cuestionarnos si todas estas modificaciones a nuestra manera de vivir fueran cambios necesarios que simplemente necesitaban una mecha que los encendiera.

Ciertamente, lo nuevo es “sexy” y nos parece interesante que la pandemia haya desencadenado cambios significativos que no estaban previstos o que no tenían precedente. Pero ¿realmente es así o simplemente son cambios que llevaban modelándose desde tiempo atrás y que simplemente necesitaban un detonador como este para develarse?

De ello surgen las siguientes interrogantes, que nos hace cuestionarnos si esta nueva normalidad en efecto nos obligó a ser digitales o si ya lo éramos sin darnos cuenta:

- ¿La comunicación remota no era necesaria considerando los tiempos y recursos excesivos invertidos en traslados a reuniones físicas y viajes a juntas de negocios o visitas a amigos distantes?

- ¿El trabajo en casa no hacía sentido analizando los espacios de oficina subutilizados, las rentas caras por m2 de los mismos y la complejidad de trasladarse todos los días a la oficina?

- ¿Las escuelas no eran ya caras, los métodos de educación anacrónicos y el contenido poco práctico?

- ¿Buena parte de nuestras transacciones de compra no eran ya mecánicas y transaccionales sin la necesidad de asistir a una tienda para comprarlos?

- ¿La experiencia de las tiendas físicas no estaba ya agotada y la variedad de producto limitada al espacio físico y necesidades de optimización de inventarios?

- ¿La relación precio-valor de los gimnasios no era ya desproporcionada y poco justificable?

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Vale la pena analizar si no es que simplemente necesitábamos señales claras del universo para reconocer lo que ya sabíamos, cuestionar nuestro comportamiento y aventurarnos a realizar todos estos cambios. En mi experiencia, no se crean necesidades de los consumidores, sino simplemente se develan necesidades latentes de las cuales no se era plenamente consciente.

El COVID-19 no ha hecho sino simplemente acelerar cambios imprescindibles que maximizan el valor entregado y minimizan la insatisfacción de los consumidores en muchas categorías de servicios y productos. La nueva normalidad es tal vez una “vieja amiga”, la cual tocaba a la puerta desde hace tiempo y que ignorábamos por nuestra costumbre al status quo y a la falta de reconocimientos de nuestras necesidades actuales y de los cambios necesarios para eliminar problemas y aumentar nuestra satisfacción.

Bienvenidos el comercio electrónico, la educación en línea, el ejercicio en casa, las celebraciones remotas, el relacionamiento a distancia y cualquier otro cambio que nos haga más productivos en este “nuevo viejo mundo”.

Nota del editor: Jorge Saldívar es Socio Director de BC&B Transformación de Negocios. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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