Podemos ser socio y colega de nuestro poderoso vecino en el salto que puede dar hacia una economía consecuente con los desafíos del Siglo XXI o quedarnos atrás, en nuestra propia polarización y estancamiento, con esa imagen deshonrosa de patio trasero, atascados en la economía del Siglo XX o del XIX, en el carbón, el petróleo y las ideologías obsoletas que ponen en bandos contrapuestos a los sectores privado, gubernamental y social, en vez de hacer que trabajen juntos.
No es solo la llegada de un “Presidente verde”. Cuenta mucho su plan de infraestructura de 2 billones de dólares con énfasis en el cambio climático, las energías renovables y los vehículos eléctricos, para poner rápidamente a su país al corriente ante el avance de la Unión Europea e incluso de China, que se les adelantó en el compromiso para la neutralidad de carbono. Pero la significación está en la empatía con el contexto y una tendencia fundamental en los mercados.
A fines de 2019 había unos 120,000 millones de dólares en activos sustentables solo en Estados Unidos; este año ha sumado 60,000 millones, no a pesar de la pandemia, que en realidad fortaleció un proceso emparentado con el manifiesto de 2019 por el stakeholders capitalism de la Business Roundtable, para redefinir la responsabilidad de la corporación más allá del valor accionario; del muy leído ensayo que publicó el gurú de los fondos de cobertura Ray Dalio: “¿Por qué el capitalismo necesita ser reformado?”; y la aún más influyente carta 2020 a los CEOs de Larry Fink, de BlackRock, que anunció una transformación profunda en el análisis y la conformación de los portafolios de inversión en función de criterios socioambientales.
Es la misma corriente que hizo de Elon Musk, icono del emprendimiento de impacto ambiental, la segunda persona más acaudalada, ante el ingreso de Tesla al S&P 500. La misma que, hacia la izquierda del arco político, explica por qué una política como Alexandria Ocasio-Cortez y su llamado a un green new deal tienen cada vez más seguidores.
Durante ese tiempo, además, se presentaron las protestas masivas de grupos marginados tras el homicidio de George Floyd en Minneapolis y otros incidentes de violencia racial, empujando en la misma dirección: a la necesaria confluencia.
Y todo eso durante la administración Trump, que mantuvo una postura reaccionaria lo mismo en materia ambiental que de diversidad, con apuestas como respiración artificial a la industria del carbón y alentar la división social para sacar raja política.
Ahora pensemos en lo que puede venir con esos temas en el corazón de la agenda y una política pública nacional ex profeso, de entrada, en materia ambiental y de justicia social, y potencialmente para detonar la economía de impacto.