Desde luego, la causa está en el mercado y la mayor expansión monetaria en la historia, si bien los chinos pueden financiarse ocho veces mejor que nosotros. Sin embargo, la clave es para qué: si aprovechas o no la coyuntura. Ellos lo hicieron en los años de crédito barato tras el crack de 2008 y vuelven a la carga, con la anticipación de 2 o 3 años de condiciones aún más propicias.
Según nuestro gobierno, México estará mejor posicionado para el periodo post COVID-19 que otros países porque, como recomendaría un neoliberal ortodoxo, optó por no hacer nada ante la emergencia económica para no endeudarnos. Los estímulos suponen apenas 1% del PIB, cuando el promedio entre economías emergentes es 6% y el FMI, tradicionalmente el ogro neoliberal, ha llamado al mundo y a nuestro país a aplicar las recetas que aconsejaría un keynesiano. Justo lo que hicieron los chinos desde el principio, con medidas contracíclicas equivalentes al 4.7% de su economía.
Al corte de caja, resulta paradójico que ambos países acabaron endeudándose en una proporción similar, pero con contraprestaciones muy distintas.
En nuestro caso, el FMI estima que la deuda como proporción al PIB subirá 12 puntos para llegar al 2021 a 65%, y no por préstamos adicionales, sino básicamente porque la economía se achicará 9%. La deuda china subirá 8 puntos hasta 61%, pero conservando el crecimiento (1.9%). Hacia delante, ellos crecerán al 8% en 2021 y al 5.8% anual en los próximos cinco años; nosotros, al 3.5% y al 2.44% respectivamente.
Es decir, más endeudados, solo para transitar de la peor recesión en 90 años a la inercia de crecimiento insuficiente de tres décadas, pero con aún más pobreza, como ha alertado el Coneval, y sin inversión para salir de esa trampa.
China saldrá del bache retomando su dinamismo y con la inversión llevada a nuevas cotas: aprovechando para meter el acelerador por la vanguardia tecnológica y económica global. Este mismo año, el Presidente Xi lanzó un plan para levantar la economía digital 5G más grande del mundo y otro, como primicia del Green New Deal Chino, por la neutralidad de carbono en el 2060, algo que podría implicar inversiones por 5 billones de dólares.
Históricamente, China invierte alrededor del 44% de su PIB, contra menos de 21% en México, y solo 18% ahora, cuando la inversión privada, que representa el 80% del total, no ha dejado de caer, con 20 meses consecutivos de contracción a tasa anual.
Nuestro gobierno invierte muy poco y una parte sustancial en obras innecesarias. Lo peor es que tampoco deja invertir: inhibe e incluso impide proyectos y negocios privados, detenidos por la incertidumbre que genera esta mezcla de irracionalidad económica, contaminación política, obsesión ideológica e inclinación a la imposición arbitraria; en suma, un clima de negocios descompuesto.