Hay seis circunstancias y una promesa alentadora que conforman esta mezcla ideal y sin precedentes. En la parte macroeconómica, 1) viene una recuperación robusta en gran parte del mundo, 2) la tracción de una intervención fiscal y monetaria histórica y 3) tasas de interés ultra bajas por un buen rato.
Por el lado de los fines, en la microeconomía y los móviles de la inversión y su financiamiento, 4) aceleración de la revolución digital, 5) aceleración de la revolución de la inversión de impacto y 6) consolidación del marco financiero para el cambio climático.
La promesa: con el cambio de gobierno en Estados Unidos, la esperanza de una mejora en el entorno político y su réplica en otros países, en la perspectiva de que se puedan abordar con sensatez, responsabilidad y sinergias los desafíos y las tensiones sociales, económicas y ambientales de nuestro tiempo.
En esta oportunidad nos concentramos en el primer bloque: por qué éste puede ser un año formidable para invertir y obtener financiamiento para crecer, innovar y renovarse.
Lamentablemente, México, como país, podría dejar pasar la ocasión, en la medida en que subsista una visión y una gestión económica ideologizada, divisiva y, sobre todo, poco realista y práctica desde el poder político. No obstante, para inversionistas, empresas e individuos, el que su gobierno mire al porvenir con las ideas de hace 50 años no es pretexto para hacer lo mismo y quedarse en el andén.
Reactivación en V
Quizá no en México, donde la pandemia nos sorprendió ya en desaceleración por causas internas, pero en buena parte del mundo se espera un rebote sólido y casi en automático conforme avance el proceso de vacunación. De entrada, porque la recesión no la causó alguna distorsión estructural en la economía, como en 2008, sino que fue una interrupción por un choque extraeconómico.
El consumo y las actividades productivas deberían reactivarse rápidamente a partir del segundo semestre o antes. Esa ha sido la apuesta de los mercados y por eso el rebote en Wall Street desde marzo: porque generalmente se anticipan y no necesariamente coinciden con los ciclos económicos. Además, hay otros motores: sectores disruptivos en auge, China creciendo, dinamismo manufacturero en Estados Unidos con la relocalización en las cadenas de suministro y repunte de la productividad gracias a las nuevas tecnologías.
Los programas de estímulos masivos están funcionando y han mitigado el daño
La inyección fiscal en la economía estadounidense llega a 3.5 billones de dólares y el gobierno de Biden iría por más, ya con mayoría bicameral para facilitar las cosas. Con la política expansiva de la Fed y su compromiso de extenderla cuanto sea necesario, la confianza se refuerza, sin preocupaciones de inflación a la vista. Lo mismo ocurre en otros países.
El Comité de Mercado Abierto Federal pronostica una caída de sólo 2.4% el año pasado y una escalada de 4.2% en 2021; nada mal para la mayor economía del mundo. México, en cambio, tras una contracción de 9%, tendría una reactivación inferior a 4 por ciento.