A nivel internacional, los delitos informáticos relacionados al robo de datos, e inclusive de la identidad, han ido en aumento y es precisamente en los medios digitales donde los usuarios son más vulnerables en materia de datos personales.
México no es la excepción. Sin embargo, aunque nuestro país cuenta con un marco jurídico considerado sólido y se han realizado importantes esfuerzos para garantizar el derecho a la protección de información de los usuarios en los medios digitales y su uso en manos de particulares, organizaciones e instituciones públicas, aún falta mucho por hacer. De acuerdo con el Banco de México, nuestro país ocupa el octavo lugar a nivel mundial en términos de robo de identidad digital.
Con datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares de 2020, el 70.1% de la población de seis años o más en México es usuaria de Internet, es decir, 80.6 millones de personas. De estos, más del 91% lo utiliza para fines de entretenimiento, casi 88% para ingresar a redes sociales, 48% para descargar software, arriba del 22% para comprar productos, más del 19% para utilizar servicios en la nube, entre otros.
Para todas estas actividades, en gran medida, es necesario para el usuario que proporcione sus datos personales, lo que supone una situación de vulnerabilidad ante posibles delitos informáticos.
El creciente uso del Internet y la transformación digital de los últimos años, acelerada aún más por la actual contingencia, abre cada vez más formas de uso y manejo de datos personales, dando paso a una mayor cantidad de riesgos y vulnerabilidades para la privacidad de los usuarios.
El uso de las tecnologías de la información ha traído importantes beneficios en todo el mundo, sobre todo al lograr cada vez un mayor alcance y permeabilidad a nivel masivo. Sin embargo, esto también representa un mayor riesgo si no se hace de la manera correcta y con las herramientas necesarias, ya que puede poner en riesgo el uso correcto de los datos personales, detonando así el crecimiento exponencial de ataques y delitos cibernéticos.