En el 2020 el gobierno rechazó expandir el gasto fiscal para ayudar a trabajadores y empresas a sobrellevar la crisis generada por la epidemia del virus. El anuncio original de un paquete fiscal por 2.7% del PIB se redujo a solo un 0.7% del PIB en gasto adicional, el resto fue solo redistribución de partidas presupuestales.
Asimismo, el gobierno rechazó incurrir en endeudamiento para ayudar a las empresas privadas. Al final, la insuficiente infraestructura de salud combinada con la falta de apoyo fiscal agravaron la epidemia y enviaron a la economía a una contracción de 8.5% en el año. La economía sufrió una caída de más del doble de la registrada por la economía estadounidense.
Las cuentas fiscales al final del año efectivamente confirman que el gasto público no se expandió. El gasto real solo reportó un ligero aumento de 0.2%, el cual incluye el apoyo financiero otorgado a Pemex. Los ingresos, por su parte, cayeron 4.1% en términos reales, una caída de menos de la mitad de la contracción reportada por la economía.
La inusual baja elasticidad reportada por la contracción de los ingresos tiene que ver con el uso de recursos extras provenientes de ahorros generados por administraciones pasadas, cobertura petrolera, y cancelación de fideicomisos, entre otros. Dichos recursos adicionales representaron 1.8% del PIB.
Al final, el balance fiscal reportó un déficit de solo 3% del PIB, lo cual representa un aumento de 1.4 puntos porcentuales con respecto al déficit en el 2019 y solo 0.7 puntos mayor al déficit en 2009 cuando la economía se contrajo 5.1%.
Sin los recursos adicionales, el déficit habría terminado cerca de 5% del PIB, 3.2 puntos porcentuales por encima del desequilibrio de 2019, lo cual es más consistente con el tamaño de la contracción reportada por la economía.