Rudimentariamente en algunos puntos fronterizos se bajaban drones que transportaban drogas con redes, hasta que los fabricantes comenzaron a crear armas para una guerra tecnológica de uso imperceptible, así es como los inhibidores como el que vimos el lunes públicamente fueron tomando forma a tal grado de tener el diseño de un arma larga.
Entendamos primero que estas armas electrónicas parecen “inofensivas” al no disparar algo tangible como balas de cualquier tipo o calibre, pero disparan ondas invisibles para lograr tirar un drone. Lo cierto es que no son nada inofensivas y deberíamos preocuparnos mucho más de lo que pensamos; este tipo de dispositivos inhibidores funcionan bajo frecuencias hasta hoy estandarizadas u homologadas, las cuales podemos encontrar en otros dispositivos de uso convencional.
Cuando el operador acciona al arma inhibidora, el drone pierde el vínculo entre el operador y el dispositivo, creando con ello una pantalla invisible de intermitencia lo que provoca que choque o caiga estrepitosamente, teniendo con ello daños materiales hacia el funcionamiento, y ni se diga en varios casos hacia la información previamente recopilada en sus memorias.
Algunos medios de comunicación, periodistas o usuarios incluso, utilizan los drones para lograr tomas de ángulos aéreos, algo que para sucesos como el #8M no le agradaría a gobierno que se mediatice en algún tipo de suceso de represión dentro de sus inmuebles o lugares donde los humanos no pueden acceder fácilmente.
Los sistemas de grabación de los drones usualmente tienen cámaras de buena resolución y se convierten en un aparato intrusivo al recopilar claramente rostros, facciones biométricas sin consentimiento de las personas y de forma masificada. Algo que hay que aclarar es que la legislación es completamente ambigua y lleva años llena de polvo, esto es otro tema.
Existen dispositivos inhibidores para diversa variedad tecnológica, en general reciben el nombre de jammers, cada uno funciona en frecuencias comunes y están presentes en herramientas que utilizamos día a día, como el wifi por ejemplo.
Al activar un inhibidor, también conocido como jammer, se corta momentáneamente la funcionalidad del dispositivo principal, creando intermitencia que lo deja sin realizar su función de enlace o conexión.
Otros jammers están enfocados a las frecuencias de telefonía, justo para dejar incomunicadas algunas zonas; si recordamos lo acontecido en junio del 2020 con el atentado a Omar García Harfuch, los atacantes portaban en sus vehículos jammers para inhibir las señales de red móvil, para imposibilitar una llamada al 911 o comunicación con la policía.