Esta perspectiva de lo que el IoT le puede ofrecer a las organizaciones es por demás atractiva, pero también conlleva ciertos retos. Uno de los principales será desarrollar las habilidades técnicas y de negocio de su capital humano para poder aprovechar efectivamente los insights. No debe perderse de vista que, para aprovechar las oportunidades que surgirán, las compañías necesitarán adoptar un modelo de innovación donde los colaboradores sean capacitados para dominar las entrañas del Internet de las Cosas.
Asimismo, al conjugar los activos físicos ya existentes con los nuevos activos virtuales, es posible comenzar a monetizar la información y, a partir de ella, crear nuevas fuentes de ingresos y hacer más eficiente su operación.
Ahora bien, hay dos componentes que las organizaciones tendrán que considerar para facilitar una implementación exitosa de un proyecto de esta naturaleza. El primero de ellos es el ecosistema subyacente que lo hace posible. Y es que las organizaciones no pueden contar internamente con todas las capacidades para mover los hilos y explotar efectivamente la información que generan.
En el mercado hay jugadores que pueden ayudarles a hacerse de dichas capacidades y poner en práctica su experiencia y conocimientos para cada caso de uso, en industrias específicas.
El segundo son las propias herramientas de IoT. Hoy, se han consolidado plataformas que permiten conectar múltiples dispositivos para poder procesar esa información y traducirla a un lenguaje que tenga sentido para la organización.
Para que una iniciativa de esta naturaleza sea altamente efectiva, es vital definir con la mayor precisión posible en qué áreas y procesos se va a utilizar el Internet de las Cosas, y qué objetivos concretos se busca alcanzar. No hay que perder de vista que como con cualquier iniciativa tecnológica o de negocio, la inversión realizada necesita redituar en mayor productividad, rentabilidad, eficiencia, mejora de servicio y atención, entre otros.
La recomendación es comenzar con una prueba de concepto rápida y de menor escala que pueda ofrecer un panorama más amplio para prever su funcionamiento, para de ahí escalarlo lo más rápidamente posible.
Este método permite además identificar los errores y corregirlos de forma expedita, al tiempo de aplicar ese conocimiento al interior de la empresa. De este modo se crearán más casos de uso que apalancarán al IoT y se desarrollarán nuevas y mejores capacidades.