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Blockchain contra la corrupción y el clientelismo electoral

Blockchain se presenta como la llave de una verdadera transformación de los procesos electorales y de la democracia misma a través del voto electrónico, considera Rodrigo Villar.
mié 26 mayo 2021 12:00 AM

(Expansión) - Hemos comentado que México necesita más blockchain y menos política para recapacitar sobre la cantidad de tiempo y energía que perdemos en lo segundo, en contraste con la poca que dedicamos al desarrollo científico y tecnológico.

Sin embargo, la comparación no es sólo metafórica: igual que la inteligencia artificial y los macrodatos, esta innovación puede hacer la diferencia frente a problemas sobre los que los políticos discuten y prometen demasiado, pero en vez de resolverlos, los embrollan más. Como la corrupción.

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Desde luego, urge una renovación en la política, pero siendo realistas, no es probable que ocurra pronto. No invitamos a la indiferencia ciudadana, sino a tener claro qué deberíamos pedir a quienes aspiran a gobernarnos. Más aún, es un llamado a la acción a innovadores y emprendedores sociales para que, desde la sociedad civil, el sector privado y la burocracia, diseñen e impulsen soluciones sobre las posibilidades de estas tecnologías. Y a todos, para invertir más tiempo y dinero en ello, en vez de frustrarnos por las noticias y las campañas electorales.

Para convencernos, basta contrastar la factibilidad de las promesas que plantea la tecnología con las de los candidatos y sus resultados cuando gobiernan.

Si la propuesta contra la corrupción era básicamente el refrán de que se barre como las escaleras, estando arriba con las escobas quienes se asumen “moralmente superiores”, ¿qué podía esperarse? No mucho más que cárcel, presiones o escándalos para algunos que antes estaban arriba; a largo plazo, quizá repunte, sobre todo si se busca desmontar lo que empezaba a funcionar, como el INAI, o parecía que lo haría, como el Sistema Nacional Anticorrupción.

Por lo pronto, como antes, ha habido acusaciones contra miembros prominentes del gobierno y hasta de fraudes en el folklóricamente denominado Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado. De hecho, todo indica que hay más opacidad y menos rendición de cuentas, pues el número de recursos de revisión contra respuestas a solicitudes de información creció más de 50% respecto al sexenio anterior, y de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad, el año pasado fue récord histórico en el monto de recursos erogados a contratos adjudicados sin licitación pública: 43% del total contra 35% en 2018.

Peor aún, no han faltado señalamientos de presuntos fraudes y corrupción en la gestión de los programas sociales que están en el corazón del otro eje discursivo de este gobierno: el presupuesto orientado por la máxima “primero los pobres”. La misma Auditoría Superior de la Federación ha detectado diversas irregularidades.

En contraste, con blockchain es factible blindar contra manipulaciones las bases de datos y buena parte de los procesos de compras de gobierno, sin necesidad de funcionarios incorruptibles o leyes draconianas. Simplemente, con su esencia descentralizada de registros inmutables, 100% trazables, con actualización de movimientos automática y completa visibilidad en tiempo real.

Lo suficiente para toda una revolución en la contratación pública o la fiscalización. Puede ayudar a erradicar la opacidad y la discrecionalidad tanto para adjudicaciones directas como en licitaciones mediante plataformas de contratos inteligentes automatizados, tendientes a la uniformización, con supervisión de terceros, sean los postores que compiten o auditores y organizaciones cívicas.

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Esta plataforma de blockchain burla el embargo en Cuba

Puede hacer la diferencia en los registros públicos de inmuebles y permitir la trazabilidad de la trayectoria de sociedades, desde su constitución y cambios de propietarios, contra la formación de empresas fantasma y triangulaciones para evasión fiscal y lavado de dinero del crimen organizado o corrupción política y conflictos de interés.

Sirve para asegurar la fiabilidad de la evidencia probatoria en la procuración de justicia o dar identidad criptográfica a millones de personas sin documentos oficiales, con blindaje contra abusos o negligencia de la autoridad; lo contrario a la pretensión de obligarnos a entregar nuestros datos biométricos.

Asimismo, para construir rápidamente sistemas de distribución confiables y no intermediados para los programas de becas, subvenciones y transferencias monetarias asistenciales, hasta poner en serios aprietos a las prácticas seculares y crecientes de clientelismo electoral. Básicamente, reduciendo la intermediación y maximizando la transparencia.

Por cierto: otra razón de peso contra la inutilidad de construir 2,700 sucursales del Banco del Bienestar. A una fracción del costo podría financiarse a programadores y emprendedores para crear esas plataformas y otras de pilón, por ejemplo, para acelerar la inclusión financiera de la población no bancarizada. De hecho, esa es una tendencia mundial en programas humanitarios y de los proyectos escalables que buscamos en la inversión de impacto.

Blockchain incluso se presenta como la llave de una verdadera transformación de los procesos electorales y de la democracia misma a través del voto electrónico. Desde luego, no es la panacea: habrá corrupción y demagogia en tanto exista la condición humana. Sin embargo, junto con el desarrollo de instituciones sólidas y un sistema de contrapesos efectivo del Estado democrático de derecho, sí podemos dar un gran paso.

La clave es salir de la caja desde la sociedad. Parafraseando dos frases célebres. A Reagan: los políticos no son la solución; son el problema. La transformación no vendrá de ahí. Recordemos ese tipo de locura descrito por Einstein: esperar resultados distintos haciendo lo mismo.

Nota del editor: Rodrigo Villar es un emprendedor social y Socio Fundador de New Ventures, donde busca transformar la manera tradicional de hacer negocios y crear un nuevo modelo empresarial que perciba el impacto como status quo. Cuenta con un MBA del Royal Melbourne Institute of Technology y estudió la carrera de Contabilidad y Administración Financiera por el Tecnológico de Monterrey. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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