Es importante el análisis financiero de Pemex y tiene que ser independiente de la discusión sobre su marco legal y también de la política energética para evitar confusiones. El deterioro financiero de la empresa ha sido gradual durante más de una década y se explica por variables operativas.
Datos del cierre de 2019 indican que Pemex tenía un capital negativo por un monto superior a 10 puntos del PIB. Esto ubica a la empresa en una situación de vulnerabilidad y da evidencia de que requiere apoyo del gobierno; en otras palabras, un rescate.
Pemex tiene problemas operativos muy graves, como la caída sostenida en la producción de petróleo, un entorno de precios no tan favorable desde 2014 y un bajo uso de su capacidad instalada en el segmento industrial. Las fluctuaciones de estas variables han provocado un cambio en sus ingresos.
Pemex tiene un problema financiero estructural, que es un reflejo de los problemas en la parte operativa. Adicional a la mala evolución de los ingresos se suma el aumento en los costos operativos, lo que la ha llevado a tener un menor flujo de operación. La problemática financiera se potencia porque el gobierno le ha quitado vía impuestos casi todo el flujo que genera durante muchos años.
La consecuencia son las pérdidas que determinan la trayectoria del capital negativo. Un problema adicional es que para financiar la inversión de Pemex se tuvo que recurrir a deuda financiera debido a que no le quedaba flujo operativo.
No es sostenible la situación financiera de Pemex sin el apoyo del gobierno, requiere de éste para no incumplir en sus obligaciones financieras y tener viabilidad. El apoyo puede venir por distintas vías, como un menor cobro de impuestos o transferencias fiscales.