Muchas instituciones educativas han compartido protocolos, normas y capacitaciones, algunas tan absurdas como aprender a colocarse el traje tyvek que se emplea para zonas de atención COVID en los hospitales, bueno al menos en los privados. El mensaje que transmite no es muy positivo, aunque aclaro, uno corre el mismo peligro acudiendo a lugares cerrados o con poca ventilación.
A la mayoría de los educadores nos pusieron la vacuna CanSino, que si bien desde un inicio se sabía que solo ofrece una protección de poco más del 65%, al paso de los meses pierde su efectividad, por lo que los especialistas han recomendado un refuerzo o esperar la posibilidad de obtener otro biológico. Situación que no ha sido considerada.
Si bien cada institución es libre de llevar a cabo el esquema de contratación que más convenga para sus claustros académicos, quienes están por la vía de honorarios, no tienen contemplado ofrecerles esquemas de cobertura o respaldo, no consideran seguro de gastos médicos o tristemente, uno por fallecimiento.
No es por sonar catastrofista, pero es una realidad latente ante la imparable ola de contagios que vivimos en México y el mundo. Están más preocupados por pedir a sus maestros que les den evidencias que respalden que no son su principal fuente de ingresos, para no tener problemas con las autoridades laborales.
Hoy la principal fuente de contagios se da entre la población más joven, entre los 18 y 39 años, que justamente es la que se encontrará en las aulas universitarias próximamente. La vacunación va avanzando, pero no será suficiente para prevenir posibles brotes entre los estudiantes y a quienes se les da la opción de seguir en esquema híbrido; sin embargo, me pregunto y ¿por qué a los profesores no?
A los docentes que están por honorarios no se les otorga la mínima cobertura de salud o vida como mencioné, asumiendo el riesgo por la universidad. En caso de contagio no podrán ser imputados por riesgos laborales afirmando que se conoce el riesgo y esperarán, simplemente, a que se alivie el titular o a conseguir un sustituto.
La presión por regresar a las clases es enorme, sé que todos los que estamos en ello hemos estado a la altura del compromiso y del reto, alumnos como profesores, sacando lo mejor posible de los semestres, pero ¿por qué no esperar a que se reduzcan un poco los contagios, a que hagan mejor efecto las vacunas?