En efecto, a nivel de las actividades primarias y secundarias, incluyendo a las manufacturas, ha habido choques por el lado de la oferta que impactaron en diversas ramas económicas y en numerosas categorías.
Sin embargo, estos choques están focalizados o sectorizados y no han sido expansivos ni han impactado sobre toda la oferta de bienes y servicios en el país. Para muestra podemos visualizar la serie de tendencia del índice nacional de precios al productor, una serie demeritada y poco utilizada en el análisis, que, no obstante, es un útil termómetro de las presiones inflacionarias por el lado del productor, y que, de hecho, se verifican en los precios al consumidor.
Dicha serie presenta solo una fuerte subida en abril de 2020 a tasa anual (inicio de la pandemia), para posteriormente estabilizarse. Es decir, las presiones de precios que vivieron los productores fueron temporales y no han generado una inercia consistentemente alcista, desde esa fecha hasta hoy.
Más aún, los choques transitorios que impactaron a los productores se reflejaron más en las actividades primarias de la economía, como la agricultura y la ganadería. En las actividades secundarias y terciarias no se aprecia una inflación anormal, salvo en la producción de bienes intermedios. El sector primario es sumamente volátil y cíclico en sus precios y parece que su alza responde más a factores cíclicos que a situaciones coyunturales, como la pandemia.
El punto es que, la inflación de los precios al consumidor que se ha registrado en los meses recientes obedece mucho menos a choques por el lado de la oferta que a factores monetarios.
Además, está claro que la característica transitoria que veía el banco central sobre el aumento de precios ya quedó rebasada por una inercia inflacionaria real que ya no puede explicarse por los aislados choques de oferta.
Entonces, ¿de dónde proviene la inflación actual?
La serie que puede ayudar a dilucidarlo es alguno de los agregados monetarios, como la cantidad de dinero en la economía, o bien, la cantidad de dinero como porcentaje del producto (PIB). Con una fuerte recesión en 2020 y una lenta recuperación de la economía, el PIB real es hoy casi un billón de pesos inferior que en 2019.
No obstante, la cantidad de dinero en el sistema ha crecido consistentemente a tasa de dos dígitos desde el año 2020 a la fecha. Su crecimiento atípico se debe precisamente a la laxitud cuantitativa requerida por la autoridad monetaria para que la tasa objetivo del año 2021 fuera lograda.