“Todo mundo entiende como reforma un incremento en las tasas impositivas, pero no estamos pensando en ello; más bien en modificaciones para perfeccionar la ley, que van dentro de una miscelánea fiscal”, cuenta Raquel Buenrostro, jefa del Sistema de Administración Tributaria (SAT). “Consideramos que no es correcto incrementar la tasa tributaria hacia contribuyentes cautivos. Ya tenemos muchos que nos pagan y nos pagan bien. ¿Son ellos a los que les vamos a cargar la mano? No”.
La lucha por el dinero en tiempos de pandemia ha sido feroz. No han sido buenos tiempos para invertir y, sin inversiones, no hay impuestos por cobrar. Las finanzas públicas están en terapia intensiva, muchas son las necesidades que requieren de urgente solución (financiamiento a la salud y a la educación, por citar dos dolorosos ejemplos), al tiempo que los megaproyectos del plan sexenal siguen en pie y las empresas -sobre todo micro, pequeñas y medianas- carecen de estímulos para seguir operando.
A pesar de este contexto, el SAT sostiene que hay margen para captar más ingresos en favor de la hacienda pública. “En 2020 no hubo muchos programas de incentivos para clases medias y personas morales, pymes y mipymes. ¿Para qué les subimos las tasas? Si no hay nada a favor, que tampoco haya nada en contra”, afirma Raquel Buenrostro.
El análisis en torno de materializar una reforma fiscal en México, durante la actual administración, no ha sido reciente. De tiempo atrás se esperaba que al tercer año de la llamada cuarta transformación se cocinaría una política fiscal de gran calado. Ya con la pandemia, específicamente a principios de 2021, dicho análisis empezaba a inclinarse por evitar una reforma fiscal y, en cambio, aplicar algunos ajustes a la ley vigente y sostener la estrategia de fiscalización que, para los intereses del actual gobierno, ha rendido frutos.
“Desde que llegamos aquí, antes de que se vislumbrara la pandemia, teníamos mucha claridad de que teníamos que incrementar la recaudación. Ese fue uno de los encargos del presidente. Entonces, en ese momento, me tuve que dedicar a revisar los números para ver qué posibilidad había de incrementar los ingresos”, cuenta la jefa del SAT.
Lo que ha venido después ha provocado filias y fobias; el apoyo de un sector de la población, la furia de grandes contribuyentes, un encendido debate entre expertos fiscales, la sorpresa de muchos escépticos, terror entre algunos empresarios. Más allá de las cifras, la recaudación en 2020 no se desplomó, como se esperaba; mientras que para este año se proyecta una recaudación superior, aún y cuando la pandemia sigue entre nosotros.
“Sabemos que México, comparado con todos los países de la OCDE, está muy por debajo de las tasas de recaudación efectiva”, sostiene Raquel Buenrostro. “Así, cuando empezamos a revisar los números, nos dimos cuenta que los grandes contribuyentes recibían tratos preferenciales. Lo que nos cuentan los auditores es que en otras administraciones había instrucciones de no auditar ciertas empresas y no tocarlas”.
Durante la conversación, Raquel Buenrostro cita varios casos de evasión y elusión fiscales que, de corregirse, dispararían la recaudación para los próximos años.