Antes de presentar alguna solución innovadora a potenciales interlocutores cabe preguntarse: ¿Cómo chocará mi solución con los procesos actuales, con el orden establecido de este sistema de trabajo, organización, sector o profesión? ¿Dónde están los puntos de fricción?
Siempre es importante considerar cómo la solución podría alterar el pensamiento, las relaciones o las prácticas establecidas, dentro de un sector o hacia una organización o dentro del ecosistema de la industria, en términos políticos, regulatorios, económicos, estructurales, sociales, de hábitos de consumo o tecnológicos.
De esta manera, superar las fuerzas que se oponen a la innovación puede condicionar parte de la idea, de los recursos y generar compromisos que al inicio no se aprecien, pero que sean necesarios. Hacer que la idea pase a concepto debe ser el objetivo a impulsar, identificando las fuerzas y los aliados que pueden ayudar a generar tracción, identificando formas originales de establecer relaciones y garantizando así que todos se beneficien.
Al interactuar con otros, los innovadores deben tener en cuenta que las mismas características que hacen que su solución sea distintiva, también la hacen divisiva. Para disminuir las fricciones, se deben crear formas de enmarcar la visión de la solución en el contexto que se vive, de una manera que no desencadene reacciones entre quienes han tenido el conocimiento y el control del orden establecido.
Para ser agente de cambio, se tienen que construir puentes. Trabajar con mucho cuidado los mensajes y las formas, así como las acciones a tejer entre los posibles obstáculos. Se necesita mucha mano izquierda para ser un rebelde con causa.
Nota del editor: Víctor Moctezuma es Fundador y CEO de iLab. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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