Si tienes un desastre en tus finanzas personales, es importante ir a la raíz, analizar qué es lo que está sucediendo y porqué te estás saboteando. Como en todas las relaciones que no son sanas, o como dicen ahora, que son tóxicas, tienen una explicación y muchas veces es por una deficiencia emocional o en voz de los especialistas, por la repetición de patrones nocivos para nosotros o dependencias insanas.
Una premisa de la que podríamos partir es que nadie está peleado con su dinero, al menos esa es la teoría, pero en realidad muchas personas lo están, esto se refleja en el cúmulo de deudas que han adquirido y que se han detonado como un efecto bola de nieve, también en la incapacidad de ahorrar; y ya no hablemos de invertir su dinero.
¿Qué es lo que necesitamos? Primero ser consciente de ello, debo cambiar mi mentalidad sobre mi relación con las finanzas, no solo es dinero, son los recursos con los que cuento para llevar a cabo las actividades cotidianas. Debo procurarlas, consentirlas, mimarlas y entre ambos ayudarnos a ser cada vez mejores.
Con ello no quiero decir que los recursos sean un fin y que todo deba girar en torno a ellos, es importante recordar que son un medio para poder alcanzar la libertad financiera que debería ser la meta de todos.
También debemos de ser cuidadosos de no caer en los extremos, de no convertirnos en avaros, pero tampoco en dilapidar, la virtud debe caracterizar todas nuestras relaciones, de buscar encontrar siempre el justo medio que conlleva vivir de esa forma, por lo que la moderación cobra una especial relevancia porque aprenderemos a vivir en libertad.
¿Qué virtudes debemos incorporar para nuestras finanzas personales? Destacaría especialmente tres, constancia, disciplina y moderación. La primera porque nos permitirá encontrar las razones para seguir adelante, insistir una y otra vez, aún cuando veamos que no estamos cumpliendo al 100 % nuestros objetivos, pero nos recordará retomar el rumbo y, si caímos, levantarnos.
La disciplina es una gran virtud que permite mantener nuestro ritmo y firmeza, ser ordenados y meticulosos para poder alcanzar el ideal que nos trazamos. Finalmente, la moderación para encontrar un equilibro entre lo que mencioné anteriormente, que nos permita alcanzar el punto medio, ni ser avaros ni derrochadores.