Este síndrome ocasiona que cada vez sea más difícil concentrarnos, encontrar la creatividad que nos caracteriza, irritabilidad e incluso se manifiesta con una fatiga crónica que a veces es imposible superar, sin poder tomar pequeñas siestas para recuperar algo de fuerza.
El burnout se ha convertido en una amenaza latente, obviamente el primer afectado es la persona que lo padece, ya que puede ser demasiado tarde cuando se dé cuenta que lo tiene; pero también impacta severamente a las organizaciones porque es un reflejo de un pobre clima organizacional que ocasiona estrés e ineficiencias generadas por el entorno, afectando la productividad y, por ende, los resultados.
La pandemia ha transformado todos nuestros hábitos laborales y ha trastocado nuestras rutinas. Si bien los esquemas de trabajo remoto, home office, tienen muchas ventajas, también ocasionan que se extiendan los horarios laborales, teniendo la falsa sensación que se está disponible 24/7 a pretexto de encontrarse en el hogar.
Otro factor que influye es que se ha perdido un poco la interacción humana, la cual permitía cierta distención del estrés al generar una adecuada camaradería y sin duda, la risa era un factor que facilitaba el realizar las labores de forma más cordial.
Si bien este fenómeno se relaciona con el ámbito laboral, faltaría agregar otro componente como el personal, en el que también tenemos un exceso de carga emocional que se puede generar por diversas circunstancias, tornándose en un círculo vicioso en el que la persona se encuentra en una vorágine de la que, si no pide ayuda, no podrá salir.
Ahora bien, ¿qué se puede hacer para salir de este estado? Lo primero – requiere de una gran madurez y valentía – es reconocer que se necesita ayuda. No hay forma de continuar de esa manera, por más empeño que pongamos todos los días y no es por ser pesimista, pero ya no depende de nuestras fuerzas o incluso de una espiritualidad sólida; sencillamente estamos exhaustos, hartos.
Esto nos llevaría a un segundo paso, tenernos paciencia, darnos un apapacho que es muchas veces lo que necesitamos y asegurarnos de entender que todo va a estar bien, que es un proceso y simplemente estamos en un valle, pero regresaremos a la cima. Un buen método es establecer una nueva rutina e ir con tientas, respetar los horarios y ritmos de trabajo, en especial las pausas y las comidas; otro elemento a considerar es establecer límites y aprender a decir “no”.