Un daño reputacional, que puede generarse por productos y servicios deficientes hasta por falta de ética, es motivo de preocupación al interior de cualquier organización, sin importar su tamaño. Primero, porque tendrá un impacto en su valor y, segundo, porque los primeros en exigir soluciones serán los stakeholders, la razón de ser y existir de cualquier organización.
Una ‘nueva realidad’ trae distintas áreas de oportunidad, una de ellas reflejada en la transformación del mundo laboral. Las empresas ajustan sus esquemas de trabajo -presenciales, virtuales o híbridos- y el riesgo reputacional se deja ver con mala comunicación, opacidad y decisiones apresuradas.
En esta misma línea, comunicar de manera asertiva las bondades y capacidad de adaptación de las organizaciones, para continuar sus operaciones ante las dificultades experimentadas, reforzará la buena percepción tanto interior como exterior. Crear un clima organizacional saludable es crucial, y el prestigio se genera de adentro hacia afuera, por lo que un buen salario emocional de los colaboradores permitirá mejores resultados.
Estas medidas, bien aplicadas, pueden ser la diferencia para generar una percepción positiva de los stakeholders y las audiencias clave. Siendo más concretos, es la línea entre ser percibidos como un lugar con las condiciones favorables para trabajar o un espacio incómodo, que no ofrece estabilidad y se enfrenta a realidades como alta rotación y nulo compromiso.
Riesgos en la web
Antes de 2020 y 2021, los modelos para cuidar y mejorar la reputación ya se utilizaban en el mundo empresarial, pero no tenían la relevancia de hoy. El complemento llegó con la digitalización, el mundo empresarial aceleró su transición y se encontró con cambios de fondo.
En la actualidad, el 47% de los consumidores a nivel global busca información extra en internet sobre las compañías de las que adquieren productos o servicios, de acuerdo con el estudio ‘Unlocking The Value Of Reputation’.
Esto representa campos de oportunidad y de amenaza, al no contar con una comunicación transparente en espacios digitales, como la página oficial de la empresa y cuentas de redes sociales. Incluso mensajes ambiguos emitidos por la empresa, o publicaciones donde se confronte la exclusión, discriminación o malos tratos hacia los stakeholders, derivará en un problema severo.