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La salud financiera y el retiro digno es responsabilidad de todos

Debemos entender que la salud financiera es tan importante como la salud física, señala Marcela Flores.
jue 02 diciembre 2021 09:59 AM
La salud financiera y el retiro digno es responsabilidad de todos
Una recomendación de educación financiera básica es que todos deberíamos guardar al menos 5% de lo que ganamos y considerar que ganamos el 95% de lo que tenemos, apunta Marcela Flores.

(Expansión) - El desempleo derivado de la pandemia de COVID-19 en México orilló a muchos trabajadores a echar mano de los fondos de su Afore para tratar de resolver su emergencia.

La posibilidad que por ley tienen los trabajadores de disponer de estos recursos, por motivo de desempleo, fue un alivio temporal para 1.7 millones de mexicanos durante 2020, de acuerdo con datos de la Asociación Mexicana de Afores. Sin embargo, el impacto negativo de esta maniobra en los fondos con los que el trabajador cuente para su retiro es una consecuencia grave de la cual no se alerta, no se investiga o simplemente no se reflexiona.

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Ya sea que el empleado se rija por la ley de 1973 o la de 1997, el retirar los fondos y no planear devolverlos le acarreará serias consecuencias, desde perder semanas de cotización ante el IMSS, ver reducida su pensión o incluso perder el servicio médico vitalicio a partir del retiro, hasta no alcanzar una pensión mínima garantizada, según sea el caso.

Retirar dinero de los fondos de pensiones es trastocar nuestro patrimonio. Si no queda otra alternativa, se pueden utilizar los recursos, pero lo aconsejable es reintegrarlo. Es indispensable armar un plan para ir devolviendo ese dinero, un cronograma, y establecer plazos de pago.

Ahora bien, esa es una solución “a toro pasado”. Pero lo cierto es que, si se nos hace fácil “trasquilar” nuestro patrimonio sin pensar en las consecuencias, es por una terrible falta de educación financiera. Aunque es una omisión del Estado, por ignorar el tema en la política educativa, se trata de una responsabilidad compartida.

Debemos entender que la salud financiera es tan importante como la salud física. Y así como hay campañas de prevención de enfermedades y para fomentar una vida sana, el sector público y la iniciativa privada deberían lanzar una estrategia de comunicación que transmita de manera efectiva la urgente necesidad de proteger nuestras finanzas personales.

El mexicano no tiene una cultura del ahorro; el gobierno no lo fomenta y la banca hace poco accesibles los instrumentos de ahorro, al pedir demasiados requisitos, cobrar altas comisiones y no ofrecer rendimientos atractivos.

Sí, existen las Afores, pero como su nombre lo indica, esos fondos están etiquetados para una sola cosa: el re-ti-ro. ¡No podemos ver el dinero de las pensiones como salvavidas para todo! Necesitamos comenzar a pensar en la utilidad de crear un fondo para contingencias.

Una recomendación de educación financiera básica es que todos deberíamos guardar al menos 5% de lo que ganamos y considerar que ganamos el 95% de lo que tenemos. Pero esto es como las dietas, a veces uno se fija un objetivo de bajar ciertos kilos y le echa muchas ganas los primeros días, pero después se olvida. Y así no funciona.

Suele ocurrir que asalariados se agrupan y arman las famosas tandas, al recibir su quincena aportan cierta cantidad y la bolsa garantizada le va tocando cada 15 días a un participante. Pero este país necesita formalizar los sistemas de ahorro. El gobierno y los sectores financiero y empresarial deben crear herramientas, productos y servicios para hacer colectivos esos mecanismos. Y deben ser instrumentos innovadores, fáciles y en los que el dinero genere rendimientos.

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A las empresas les conviene tener empleados sanos financieramente y harían bien en adoptar instrumentos como las cajas de ahorro, que le permitan al trabajador ir construyendo un fondo en el cual, es posible fomentar programas para que por cada cierta cantidad que depositen los empleados, la empresa le aporte una similar. Y ofrecer talleres y cursos sobre la importancia de ahorrar.

Opciones hay varias. Ante la falta de un seguro de desempleo real en el país (no podemos considerar al de la Afore como tal, pues está sujeto a poner en riesgo nuestra jubilación), están por ejemplo los Planes de contribución definida, un instrumento que va creando una bolsa para un eventual término de la relación laboral.

O bien, los programas de ahorro vía el consumo, donde las empresas premian la compra de sus productos, retribuyendo un porcentaje directo a las Afores de los clientes.

Sector público e iniciativa privada deben sumar esfuerzos para crear alternativas que eviten la necesidad de echar mano del dinero de la Afore ante una eventualidad. Pero la principal esfera donde debe tomarse conciencia es la personal. Cada uno debe reflexionar en la necesidad de ahorrar y preocuparse por conocer las opciones que tiene para ello.

Y tomarlo con disciplina, acogerse a un mecanismo que obligue a destinar cierta cantidad fija al ahorro, pues de lo contrario siempre habrá un buen pretexto para usar en otros fines el monto destinado al “cochinito”.

La educación financiera es clave para el bienestar integral de las personas y las familias, y la construimos todos. ¡Nunca es tarde para empezar!

Nota del editor: Marcela Flores es presidenta ejecutiva de Lockton México y líder de Beneficios en Latinoamérica. Síguela en LinkedIn. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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