De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidad para el Medio Ambiente, una hamburguesa de carne de res requiere el uso de 2,500 litros de agua para su elaboración, desde la granja hasta la mesa; mientras que una misma porción elaborada a base de plantas, requiere entre un 75 y 95% menos de agua, 93 a 95% menos de tierra y produce 90% menos de emisiones de carbono, interesante, ¿no?
Este es solo un ejemplo, pero, en la medida que las empresas ampliemos nuestros portafolios con productos que puedan satisfacer las necesidades de consumo, nos convertiremos en un catalizador para que más personas transformen sus dietas, no es necesario dejar de lado los productos de origen animal, pero una reducción en su consumo puede beneficiar al planeta y a la salud de las personas, acercándonos cada vez más a la alimentación del futuro.
Las fuentes alternativas de proteínas vegetales ofrecen procesos de producción más sustentables y respetuosos con el medio ambiente, también permitirán apoyar a una población mundial en constante crecimiento, pues para el año 2050 se estima un incremento de 2,300 millones de habitantes, una cantidad que difícilmente podrá ser alimentada con el modelo de producción actual.
Por ello es sumamente importante que las empresas nos sumemos a esta tendencia y establezcamos iniciativas que nos permitan preparar la tierra para el cultivo, es decir, estar listos para evolucionar a esta nueva forma de alimentación.
En este sentido, una de las principales acciones que podemos comenzar a hacer para plantar la semillita de la alimentación a base de proteínas vegetales, es invertir en agricultura regenerativa, un concepto que busca desarrollar sociedades y economías estables, al empoderar a los agricultores y pequeños productores para restaurar sus ecosistemas a través de técnicas de cultivo que puedan proveer de alimentos con calidad superior, al mismo tiempo que regeneran la tierra y la biodiversidad.