Ahora bien, imagina cómo este concepto podría aplicar y transformar por completo la forma en que trabajas, a esto le llamaría: liderazgo resiliente, lo cual también implica escuchar, analizar, actuar y aprender. Esta práctica suena sencilla, pero lo realmente difícil es aplicarla en un momento de gran tensión. ¿Cómo lograrlo? confiando en sí mismo, en el talento y la capacidad de tomar la decisión acertada.
Además, tú como líder tendrás que demostrarte y demostrar a tu equipo que todo reto tiene una solución y que ésta es la oportunidad perfecta para prepararlos, transformarlos y llevarlos a un nivel profesional mayor, guiarlos positivamente.
Asimismo, es importante considerar que la resiliencia necesita ejercerse a través de un propósito, uno que beneficie al mayor número de personas y que considere además tres principios fundamentales: que aumente el impacto social positivo, que reduzca la huella ambiental generada y claro, que haga crecer el negocio.
Lo anterior, siempre anteponiendo los valores éticos que definen a cada persona, así como de los de la empresa a la que cada uno pertenece, transformándose en beneficio tanto de los colaboradores, como de la sociedad y del medio ambiente.
Este año tan atípico que estamos viviendo es el momento perfecto para practicar el liderazgo resiliente. Como sabemos, todas las compañías e instituciones del mundo han tenido que reinventarse ante la crisis, y para aquellos que ya han desarrollado esta habilidad, es posible que salgan fortalecidos.
En este sentido, la resiliencia también nos permite como líderes aplicar y trasladar lo aprendido a cualquier otra situación futura, enriqueciendo nuestra experiencia, así como dando una nueva perspectiva a cómo vemos las cosas.
Por ejemplo, grandes industrias que ofrecen servicios de salud, de comida, de entretenimiento, de comunicación, entre muchos otros, tuvieron que adaptar su ciclo de venta hacia el consumidor, desde la creación de sus productos y distribución, hasta la forma de ofertarse.