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Transiciones paralelas: inversiones 2022

Las tasas de interés subirán, pero podrían seguir en niveles históricamente bajos por un buen rato, incluso en terreno real negativo, apunta Rodrigo Villar.
jue 30 diciembre 2021 06:30 AM
Unicornios Mexicanos
Quienes han invertido en los unicornios mexicanos que se revelaron en las últimas semanas ven razones de mercado y rentabilidad que trascienden las miras de las elecciones del 2024.

(Expansión) - Habíamos comentado que, con todo y los sustos del COVID-19 y la inflación, sonaba sensata la postura pro riesgo para buscar más ganancias del gigante de los fondos BlackRock en su Perspectiva Global 2022. Básicamente, porque el crecimiento se mantiene y a pesar de la presión inflacionaria, es muy probable que la Fed y otros bancos centrales serán más tolerantes que como actuaban antes.

Las tasas de interés subirán, pero podrían seguir en niveles históricamente bajos por un buen rato, incluso en terreno real negativo. Sus analistas recién redujeron el énfasis en la toma de riesgos y hablan de un nuevo régimen de mercado que no se vivió en medio siglo, pero continúan favoreciendo las acciones sobre la renta fija.

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La posición parece todavía más sensata. No sólo por la dosis adicional de cautela, sino por el reconocimiento de ese régimen, en medio de una “nueva normalidad” que lo trasciende. Coincide con otras transiciones fundamentales en curso, alrededor de la sustentabilidad y la digitalización, lo que hace que el 2022 se presente como año de definiciones.

Por segundo año habría ganancias bursátiles y pérdidas en los bonos, la primera vez desde que hay datos al respecto, en 1977. Un marco que implica prepararse para vivir con más inflación, pero que, a pesar de los riesgos, debe ser campo promisorio para emprendedores e inversores con un enfoque proactivo.

Algo similar está en las prospectivas de los otros dos mayores gestores de activos. Vanguard la ve incluso más arriba del 2% hasta fines del 2022, pero con continuidad en la recuperación. Un artículo de Charles Schwab recurre a una imagen marina: “Es probable que una marea alta de crecimiento, ayudada por un cambio radical en la política fiscal, contribuya a que la economía mundial flote de manera segura sobre las rocas de los riesgos”.

Por eso llaman a no confundir lo estructural con lo transitorio, como podrían ser cuellos de botella de suministro que pronto podrían dar paso a problemas de exceso de oferta. Más aún, porque el viraje financiero se da en paralelo a los cambios profundos que enunciamos en el comentario pasado, precursores de una economía distinta, acelerada por la pandemia.

Sectores de futuro, con potencial de ganancias mayores para la inversión, máxime en un marco de financiamiento aún accesible y, en contraparte, rendimientos bajos en bonos. Puede ser que en Estados Unidos haya acciones de compañías de vanguardia con precios demasiado estirados, pero hay sectores y países, como el nuestro, en que apenas se ha jalado la liga.

De particular relevancia para México es el énfasis en la resiliencia en las cadenas productivas internacionales, detonado por proteccionismos, tensiones geopolíticas y la pandemia. Significa acercar la proveeduría: oportunidad única, con el T-MEC y las complementariedades con nuestros socios.

Estados Unidos no sólo seguirá con un crecimiento extraordinario (4% en 2022, según la Fed), sino que gastará billones de dólares para reconvertir su economía. Recién fue aprobado el paquete de infraestructura de un billón de dólares para transporte, banda ancha y provisión de servicios como agua, y hay buenas probabilidades de que también pase la otra parte del mega paquete del Presidente Biden.

Ya aprobado en la Cámara de Representantes, implica cerca de dos billones de dólares para el impulso a la transición energética y la reconstrucción del sistema seguridad social.

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También en Europa, Japón y China se anticipa una política fiscal expansiva, con la prioridad de cuidar la recuperación y dar espacio para sus propias transiciones no sólo energéticas, sino a economías más sustentables.

Por si fuera poco, también estamos en medio de la revolución digital, donde la disrupción llevada por las firmas de tecnología se expande y asimila en todos los sectores para ampliar mercados, incrementar la productividad, crear nuevos productos y servicios. La inflación, en ese contexto, incluso puede “aceptarse” como costo inevitable.

De hecho, la carrera al cero neto de emisiones de efecto invernadero en 2050 es uno de los elementos que pueden estar influyendo en la inflación. Un shock de oferta que podría repetirse en las próximas décadas, según el análisis de BlackRock.

La otra cara de la moneda es un impulso al crecimiento y la rentabilidad por varios años gracias al desplazamiento masivo de capital para la transición, mientras la desinversión de sectores con alta huella de carbono generará intermitentes presiones inflacionarias.

Para esa perspectiva, queda corto el compromiso incumplido del Acuerdo de París de que las economías desarrolladas movilicen 100,000 millones de dólares anuales de financiamiento público y privado para acciones ante el cambio climático en países emergentes: calculan que esa cantidad debería venir solo de recursos públicos para a apalancar hasta 1 billón al año de dinero privado y de otras fuentes.

Las necesidades de fondeo climático global se estiman en hasta 3.8 billones anuales en tres décadas. Una parte tendría que llegar a México y multiplicarse en inversiones... Difícil, si el dinero público alimenta el barril fósil sin fondo de Pemex y con decisiones como desaparecer al Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático.

Lo mismo aplica para la revolución digital: hay ríos de dinero para países, empresas y emprendedores que apuesten a ello. Quienes han invertido en los unicornios mexicanos que se revelaron en las últimas semanas, como Clara, del sector fintech, y Merama y Jokr, en comercio online, ven razones de mercado y rentabilidad que trascienden las miras de las elecciones del 2024. Lo mismo encontramos en los inversionistas y fundaciones que se acercan a New Ventures.

No se perfila un escenario de estanflación en el mundo, pero pude darse en México, si nos quedamos perdemos la transición estructural y nos quedamos con un papel reactivo ante lo provisional. Y peor si, para seguir con las imágenes marinas, en vez de montarnos en las olas del futuro, nos hundimos en las aguas estancadas del pasado.

Probablemente nuestro gobierno actual no se ponga las pilas nunca, pero cada uno tiene que hacerlo en su ámbito.

Nota del editor: Rodrigo Villar es un emprendedor social y Socio Fundador de New Ventures, donde busca transformar la manera tradicional de hacer negocios y crear un nuevo modelo empresarial que perciba el impacto como status quo. Cuenta con un MBA del Royal Melbourne Institute of Technology y estudió la carrera de Contabilidad y Administración Financiera por el Tecnológico de Monterrey. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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