También en Europa, Japón y China se anticipa una política fiscal expansiva, con la prioridad de cuidar la recuperación y dar espacio para sus propias transiciones no sólo energéticas, sino a economías más sustentables.
Por si fuera poco, también estamos en medio de la revolución digital, donde la disrupción llevada por las firmas de tecnología se expande y asimila en todos los sectores para ampliar mercados, incrementar la productividad, crear nuevos productos y servicios. La inflación, en ese contexto, incluso puede “aceptarse” como costo inevitable.
De hecho, la carrera al cero neto de emisiones de efecto invernadero en 2050 es uno de los elementos que pueden estar influyendo en la inflación. Un shock de oferta que podría repetirse en las próximas décadas, según el análisis de BlackRock.
La otra cara de la moneda es un impulso al crecimiento y la rentabilidad por varios años gracias al desplazamiento masivo de capital para la transición, mientras la desinversión de sectores con alta huella de carbono generará intermitentes presiones inflacionarias.
Para esa perspectiva, queda corto el compromiso incumplido del Acuerdo de París de que las economías desarrolladas movilicen 100,000 millones de dólares anuales de financiamiento público y privado para acciones ante el cambio climático en países emergentes: calculan que esa cantidad debería venir solo de recursos públicos para a apalancar hasta 1 billón al año de dinero privado y de otras fuentes.
Las necesidades de fondeo climático global se estiman en hasta 3.8 billones anuales en tres décadas. Una parte tendría que llegar a México y multiplicarse en inversiones... Difícil, si el dinero público alimenta el barril fósil sin fondo de Pemex y con decisiones como desaparecer al Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático.
Lo mismo aplica para la revolución digital: hay ríos de dinero para países, empresas y emprendedores que apuesten a ello. Quienes han invertido en los unicornios mexicanos que se revelaron en las últimas semanas, como Clara, del sector fintech, y Merama y Jokr, en comercio online, ven razones de mercado y rentabilidad que trascienden las miras de las elecciones del 2024. Lo mismo encontramos en los inversionistas y fundaciones que se acercan a New Ventures.
No se perfila un escenario de estanflación en el mundo, pero pude darse en México, si nos quedamos perdemos la transición estructural y nos quedamos con un papel reactivo ante lo provisional. Y peor si, para seguir con las imágenes marinas, en vez de montarnos en las olas del futuro, nos hundimos en las aguas estancadas del pasado.
Probablemente nuestro gobierno actual no se ponga las pilas nunca, pero cada uno tiene que hacerlo en su ámbito.
Nota del editor: Rodrigo Villar es un emprendedor social y Socio Fundador de New Ventures, donde busca transformar la manera tradicional de hacer negocios y crear un nuevo modelo empresarial que perciba el impacto como status quo. Cuenta con un MBA del Royal Melbourne Institute of Technology y estudió la carrera de Contabilidad y Administración Financiera por el Tecnológico de Monterrey. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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