Por un lado, está en juego el bienestar de las y los mexicanos, en especial el de las familias de menores ingresos y por otro, la estabilidad macroeconómica en caso de que la inflación continúe persistentemente por encima del rango de variabilidad del Banco de México.
La alta inflación observada en México no es un fenómeno exclusivo del país y en la mayoría de los países se ha registrado inflación por encima del objetivo de los bancos centrales. Esto se ha explicado por el efecto de la reactivación económica tras los meses de cierre de las economías por la pandemia del COVID-19, como son: los cuellos de botella en las cadenas de suministro, la falta de trabajadores en la logística del comercio internacional, los precios de los energéticos, entre otros, y que esperamos sea de carácter transitorio.
Por la emergencia sanitaria y su gran impacto económico, la mayoría de los países implementaron políticas contracíclicas tanto fiscales como monetarias. México no fue la excepción y aunque existe un amplio debate sobre el reducido paquete fiscal del país, no se cuestiona el actuar del Banco de México de disminuir su tasa de interés para proveer liquidez y favorecer el funcionamiento de los mercados financieros para enfrentar la pandemia.
Así, la tasa de referencia disminuyó de 7% en marzo de 2020 a 4% en febrero de 2021. A partir de junio de 2021 hemos observado cinco incrementos consecutivos de la tasa de interés para contener la inflación que en diciembre de 2021 cerró en 7.36% anual, una inflación no observada en el país desde hace 20 años.
Al revisar la trayectoria de la inflación general y en especial la de la subyacente -la inflación que debería responder a la política monetaria- pareciera que no hay tentación de no incrementar la tasa de interés. Sin embargo, la estimación oportuna del PIB de 2021 nos muestra una economía frágil, que sugiere que el efecto rebote se agotó y nos dejó con una economía del mismo tamaño de la que teníamos en 2016. Esta consideración es importante, por la relación inversa que existe entre la tasa de interés y la inversión.
Si queremos más inversión para que México crezca de forma sostenida, la coyuntura actual sugiere que la falta de inversión en el país está asociada a otros factores como la falta de certeza jurídica e iniciativas de ley contrarias a favorecer la inversión tanto nacional como extranjera. Por esto, si queremos más inversión necesitamos fortalecer nuestras instituciones y que el Banco de México mantenga las expectativas de inflación ancladas para favorecer el proceso de la formación de precios, condición necesaria para la inversión.