Horas después de este suceso, el presidente le ofreció una inédita disculpa a la gobernadora de Banxico, Victoria Rodríguez Ceja, por adelantar la decisión y reiteró su compromiso de respetar la autonomía de la institución. Sin embargo, esta indiscreción levantó sospechas legítimas respecto a la influencia del Gobierno Federal sobre las decisiones de política monetaria.
La autonomía y la reputación de Banxico son dos pilares clave para garantizar el poder adquisitivo de nuestra moneda y mantener la estabilidad en los mercados financieros. Por autonomía se entiende que solo los cinco miembros de la Junta de Gobierno toman las decisiones de política monetaria con base en datos y evidencia.
Esto es fundamental, pues es la única forma de garantizar que dichas decisiones son técnicas y no están influenciadas por ciclos políticos u otros motivos fuera de mantener la inflación alrededor del objetivo (3%). Si esto no funcionara así, ¿a poco no sería fácil imprimir dinero para expandir algunos programas y ganar puntos antes de una jornada electoral?
En este mecanismo, la confianza en la institución es básica para la efectividad de la política monetaria. De esto depende que los inversionistas mantengan activos mexicanos, puesto que saben que su valor está garantizado. También influye en lo que las personas creen que aumentarán los precios en un futuro, las famosas expectativas de inflación, de las cuales depende cómo se fijan los precios hoy.
Aunque todo esto suena aburrido y complejo, sus implicaciones pegan directamente en la cartera de todas las personas. De esto depende que el incremento en los precios sea controlado para que nos rinda el ingreso que generamos.
Hay que recordar que la inflación de la primera quincena de marzo es la más alta registrada en México desde hace dos décadas, lo que afecta en mayor medida a quienes menos tienen.