Si no se cuenta con una tripulación de primer nivel, unida y comprometida, no se alcanzarán los objetivos de la expedición volteando un santo. El crecimiento de una empresa, así como la búsqueda de tesoros, tiene que ver con muchísimos factores, pero sin el trabajo y desempeño de los colaboradores no se llega ¡Ni a la esquina!
El secreto de tener al mejor talento es lograr que encaje en el perfil correcto. Todas las personas pueden ser el mejor miembro de un equipo en un lugar donde su personalidad, aptitudes, conocimientos y valores encajen con la posición y la cultura de la empresa.
La cultura de tu empresa puede desayunarse a la estrategia un lunes cualquiera, no se trata de tener cinco frases bonitas en la pared. La cultura se observa, se vive y su principal elemento son los valores, los cuales no se dictan desde la silla de la dirección ni se cambian a decisión personal, existen y son las motivaciones por las que los equipos toman decisiones, pregúntate cuáles son en tu organización: ¿poder o fin común?, ¿resolver problemas o tener la razón?, ¿trabajo en equipo o tiranía? Esos son los valores, si estos no te gustan, me temo que el liderazgo tiene mucho que ver.
Caminando sobre la plancha
Ahora bien, cuando hay una cultura sana y las cosas funcionan, lo que sigue es elegir al mejor talento y el primer paso es que encaje con la cultura. La cultura expulsa y mantiene al talento similar. Si tu equipo es de alto rendimiento entonces los de bajo rendimiento caminarán por la plancha, pero si es de bajo rendimiento los de alto rendimiento caerán a los tiburones.
Una vez que tienes a la tripulación indicada en el barco, el siguiente paso es invertir en su constante capacitación, implementar programas para crecimiento profesional y personal. En México, el 85% de las pymes, según el Inegi, no tiene programas de capacitación y la razón principal es porque creen que tienen los conocimientos y habilidades adecuados. Tienes razón, capacitar al equipo es muy costoso en tiempo y dinero, y seguro te preguntarás: ¿y si los capacito y se van?, te diré que lo más preocupante es que no los capacites y se queden.
En este sentido, es importante realizarse la pregunta del millón de monedas de oro: si no te costara despedirlos, ¿recontratarías a cada miembro de tu tripulación? Si la respuesta es negativa, de nuevo, te tengo malas noticias: la mayor parte de la responsabilidad de ese mal funcionamiento no es del talento, sino del liderazgo detrás de él.
¡ARGHH! El pez se pudre por la cabeza
Hay un refrán húngaro al que mi admirada Saskia de Winter suele recurrir para explicar los problemas de una empresa: “el pez se pudre por la cabeza”. Para que un equipo de trabajo explote todas sus posibilidades, el liderazgo de una empresa debe asumir su desempeño como su responsabilidad. Ojo, no como “culpa”, sino como un entendimiento de que el talento en buena medida sólo es un reflejo de sus líderes.
Una tripulación es tan buena como su capitán. Para ello, hay que preguntarse constantemente qué podemos hacer con base en el contexto que tenemos frente a nosotros. Date cuenta que estamos frente a la pandemia, la crisis económica y el cambio tecnológico más desafiantes y brutales de los últimos 100 años. Seguro algo podemos aprender para que nuestras empresas crezcan y mejoren.