Dicho de otro modo, todo comunica: nuestros gestos, el movimiento de nuestras manos, e incluso la postura que adoptamos es interpretada por nuestros interlocutores. Para ser comunicadores efectivos, el primer paso consiste en ser conscientes de esta realidad.
Lo anterior es útil para construir mensajes que proyecten seguridad, convicción y congruencia; que nuestras palabras, vayan en armonía con el lenguaje corporal y los demás elementos del proceso comunicativo. Sería absurdo pensar en el director general de una empresa dirigiendo un discurso motivacional con voz apagada, postura de desánimo y ademanes nerviosos.
Muchas personas se sienten inseguras al hablar en público. En realidad, el temor se da ante la posibilidad de cometer un error vergonzoso frente a la audiencia. Más aun, algunas encuestas indican que esta fobia es una de las más recurrentes entre la población adulta. El miedo al ridículo es el que nos frena para convertirnos en comunicadores destacados capaces de movilizar masas.
La buena noticia es que todo buen orador fue un mal orador en sus inicios. Como en casi todas las artes y disciplinas, la maestría en las habilidades comunicativas se obtiene de la práctica constante. Por otro lado, es preciso decir que el nerviosismo difícilmente se elimina por completo, aunque sí es posible canalizar esa energía y transformarla en una aliada para imprimir emoción a nuestras palabras.
De hecho, cabe resaltar que, al dirigirnos a una audiencia, por lo general, las emociones tendrán mayor peso que las palabras que pronunciamos. Para persuadir a un público y llevarlo a la reflexión o a la acción, resultará mucho más efectivo apelar a la pulsión emocional, que intentar llegar a la razón y la lógica. Los líderes saben cómo despertar emociones en quienes le escuchan.
Eso sí, es indispensable cuidar el contenido del discurso; no se trata de dejar de prestar atención al mensaje por priorizar la carga emotiva; el equilibrio es la clave. Los comunicadores efectivos siempre se preparan adecuadamente antes de subir al escenario.