Sin embargo, la recuperación fue inimaginablemente dolorosa, ella lo describe como si inhalara pedazos de vidrio en cada respiración. Cuando preguntó a su doctor cuándo podría respirar sin agonía y si llevaría una vida larga y saludable, él respondió que ella estaría bien, y agregó “pero nunca correrás un maratón”.
“¡Ah, ¿cómo que no?!”, se dijo Tara. Su esfuerzo, dedicación, pero sobre todo su afán de romper los límites impuestos, la llevaron a demostrarle al médico su equivocación. Fue difícil, le costó mucho tiempo y trabajo, pero después de tres años y medio, completó el maratón femenino de Nike en San Francisco, California. Escribió una nota a su médico contándole y él le agradeció por probarle su error. Que nadie nos diga qué podemos o no hacer.
Así como el cáncer de Tara y el inevitable hecho del daño pulmonar, la falta de inversión en investigación y desarrollo tecnológico es en gran medida un factor que influye en los avances de diversos sectores de la sociedad pero, ¿es un límite? Esta historia puede animarnos a voltear a ver a personas y organizaciones cuya capacidad e ingenio prueban que los límites son subjetivos.
Los límites de México
La historia en México ya la sabes: usuarios insatisfechos con los servicios de salud pública, clínicas y hospitales saturados, falta de médicos capacitados, desabasto en medicinas, condiciones inadecuadas de trabajo para el personal de salud e infraestructura tecnológica anticuada que no responde a las necesidades actuales.
Apenas a inicios de este año, el gobierno federal anunció un plan de federalización de la salud que promete llenar el hueco de atención médica de aquellas personas sin seguro social. Este tipo de proyectos, tardíos y poco efectivos, los hemos visto surgir cada año y cada sexenio.
Lejos de solucionar los problemas de raíz, surgen límites para lograr servicios de salud dignos, pero afortunadamente emergen de entre nosotros personas que sí saben escuchar los puntos de dolor del país e innovan en la resolución de problemas, personas que, como Tara, se esmeran en romper los límites.
El tratamiento para México
Un adolescente mexicano sufrió muchísimo viendo a su mamá pasar tres veces por un proceso de cáncer de mama. Él se preguntó ¿por qué no es posible que detecten esta vieja enfermedad con más tiempo y con mayor eficiencia?
Este adolescente ya es un adulto de 22 años y se llama Julián Ríos, fundador y CEO de Eva, una empresa que desarrolló cabinas con sensores termográficos que hacen una lectura indolora y no invasiva para la detección del cáncer de mama. Los sensores recolectan datos de la temperatura del seno, los cuales son enviados a un especialista que analiza los resultados. A su vez, sirven para mejorar la analítica e identificar de manera más certera los patrones térmicos.