En España recientemente se está experimentando cómo algunas empresas empiezan a instalar la jornada de cuatro días de trabajo a la semana, tal y como llevan haciendo los nórdicos un tiempo. Los resultados son tremendamente alentadores. Como toda apuesta en la vida, sólo los valientes pueden ganar. No podemos ignorar que estamos ante un cambio de paradigma global y que las empresas se enfrentan al reto de “The big reccesion”.
El caso es que, en una economía como la mexicana, con el mayor número de horas de la OCDE y la menor productividad, ser atrevido con los cambios y seguir las tendencias de los pioneros, sería una apuesta segura. Y la necesidad no la pongo yo de manifiesto, sino los datos duros que nos deberían hacer meditar sobre la estructura social y económica mexicana.
México tiene un promedio de 41 horas trabajadas a la semana por persona. En el extremo opuesto, las 27 horas semanales de Alemania, Dinamarca y Noruega. Es decir, el mexicano promedio trabaja un 51.8% más de horas que un europeo del norte. Por otro lado, un mexicano produce 22 dólares por hora trabajada, un español aporta 58, un alemán 72, un noruego 93 y un irlandés 109. Brutal.
Por ello, a mí se me ocurren tres razones para apostar por la jornada laboral de cuatro días:
1. Mejora de la productividad laboral y de la competitividad empresarial
No por trabajar más somos más productivos. No me cansaré de decirlo. Reducir las jornadas de trabajo e invertir esfuerzo en formación, tecnología y talento hace que las empresas gasten menos y vendan más. Los experimentos de jornadas de cuatro horas arrojan, casi en su totalidad, aumentos de productividad por empleado y mejora de los resultados empresariales.
2. Mejora de la felicidad y conciliación de los colaboradores
El mexicano está jodido. He oído tantas veces esta frase que creo que es un mantra. ¿Y si dejara de estarlo? La felicidad de un país se basa en la conciliación entre la vida personal y la laboral. Más tiempo con la familia, con los proyectos personales y de descanso nos permite afrontar de mejor manera nuestros retos laborales. Y, por supuesto, permite avances en materia de género en las empresas.