Los influencers tan de moda y al parecer, tan recurridos entre las marcas, dan paso, en mi parecer, a una tendencia para el consumo “low mind”.
Y es que el nuevo panorama de la figura del influencer como elemento primordial en la estrategia Social Media de las organizaciones, representan cada vez más el desarrollo de la publicidad engañosa, puesto que las opiniones presentadas por el influencer, en muchos casos, se disfrazan y omiten información clave para el usuario.
Varios medios y verdaderos líderes de opinión con experiencia aplican una metodología mixta: conceptual/teórica y análisis de contenido. Entre las conclusiones más relevantes se avanza la justificación del empleo del influencer por empresas de distintos sectores en su estrategia de marketing online, la falta de legalidad en la publicidad digital, la práctica recurrente de publicidad encubierta utilizando la figura de influencer.
Y muchas veces los infuencers no tienen ni idea de lo que les están regalando (además de pagarles algunos miles de pesos o en otros casos millones), dando paso a información poco profunda del producto de consumo.
¿Qué pasaría si las marcas y los agentes de los influencers se reunieran para generar verdaderos mensajes positivos que realmente influencien en los miles de seguidores en las redes sociales?
¿Qué tal si las marcas utilizaran a consumidores reales de sus productos para promoverlos?
¿Nos sería increíble que el que da like también gane dinero o productos? ¿Cómo? Pues teniendo una recompensa por ser leal a las marcas que consume.
La práctica cada vez más recurrente de publicidad encubierta utilizando la figura de influencer empobrece la capacidad de análisis de los consumidores e incluso, de las mismas marcas.