¿Cómo le ha ido a la NOM-051?
Recordemos que en su momento la norma fue ampliamente aplaudida por diversos actores como la Unicef y la Organización Panamericana de la Salud; sin embargo, tras dos años los resultados parecen debatibles.
El éxito de la iniciativa se debe de analizar desde dos perspectivas. Primero, desde el nivel de adopción de la norma por parte del consumidor, lo que significaría un cambio de hábito en el consumo a consecuencia de los sellos. Y segundo, a partir de su capacidad de integración a un ecosistema mucho más amplio de buenas prácticas nutricionales.
A la luz de estos dos puntos, y tras entender que el consumo de alimentos y bebidas con sellos no se contrajo en México, la norma por sí sola no ha logrado su objetivo de impactar positivamente en la salud de los mexicanos.
Los tiempos y las formas han sido clave para el resultado de la iniciativa.
Previo a la entrada en vigor de la norma, existía preocupación e interés por parte del consumidor para tener un mejor entendimiento de la información nutrimental de los alimentos. Por ejemplo, estudios señalaban que el 13% de los consumidores abandonarían la compra de productos con sellos y el 74% revisarían la información nutrimental para determinar si mantendría o reduciría su consumo.
Sin embargo, la pandemia y el confinamiento vinieron a cambiar drásticamente las preocupaciones al interior de los hogares priorizándose el empleo y la seguridad económica, la salud e higiene, y el cambio de hábitos por confinamiento (más consumo en casa y más tiempo en la cocina).
En cuanto a las formas, la alta saturación de sellos en los anaqueles (físicos o virtuales) afectan negativamente a la iniciativa, pues pareciera no haber suficientes opciones saludables en la mayoría de las categorías de producto; al final del día, los productos que representan el grueso de la venta de alimentos y bebidas tienen sellos (más del 90%).