Esta ley tiene dos caras y en muchos casos el debate es largo antes de llegar a un posible consenso. Por un lado, destaca la nobilísima intención de ver por el mexicano y su salud, aunque esto represente incidir en la libertad de compra y elección de sus alimentos y bebidas. Cabe mencionar, la medida podría venir a impactar aún más a la industria de consumo, que hoy más que nunca, necesita políticas y legislaciones expansivas para sumar a la recuperación de la economía nacional.
Actualmente, cualquier política que ayude a impulsar el consumo y la inversión estará ayudando a la recuperación económica del país; por lo que la Ley de Etiquetado planteará en escasos meses una transformación para la industria de alimentos y bebidas en México, donde fabricantes, distribuidores, marcas y detallistas deberán de sortear un reto más para ganar la preferencia del consumidor, activar su gasto e impulsar el consumo en el país.
La nueva norma ha sido ampliamente aplaudida por diversos actores nacionales e internaciones como la UNICEF y la Organización Panamericana de la Salud. Su objetivo es ayudar a la población a luchar contra el sobrepeso y la obesidad para incluso convertir a México en un ejemplo para otros países de la región. Como ya comentamos al inicio del texto, esta es una nobilísima causa; sin embargo, el éxito de la norma dependerá de varios factores adicionales a la mera aplicación de los sellos. A continuación, planteo dos cuestionamientos que serán clave en el éxito de la ley.
Primero, la adopción de la norma por parte del consumidor. Si bien la ley entra en vigor en octubre, sus resultados estarán sujetos a que el consumidor modifique sus hábitos de consumo a consecuencia de los sellos.
Segundo, la norma por sí sola difícilmente será suficiente para mejorar la salud delos mexicanos si no se integra a un ecosistema mucho más amplio donde marcas, consumidores y gobierno logren resolver de raíz los problemas en la alimentación del mexicano, que claramente, van más allá de un etiquetado de advertencia. Es desde la cultura, desde la pobreza y desde la educación que este problema debe resolverse.
A la fecha, la mayor preocupación del consumidor es con relación al azúcar. Así, 40% de los consumidores señalan que estarán “muy preocupados” al encontrar el sello de azúcar en sus productos seguido de grasas y sodio. Ahora bien, el nivel de preocupación no significa nada si este no se materializa en acciones que impacten el consumo.