Los bancos nacionales de desarrollo son entidades públicas orientadas al financiamiento de sectores prioritarios para el desarrollo económico, ya sea otorgando crédito directo, fungiendo como intermediarios financieros, o creando programas de garantías.
Están enfocados a sectores donde el sector privado no se involucra porque los niveles de riesgo son altos, o porque se requieren grandes cantidades de capital para llevar a cabo los proyectos. Históricamente han sido instituciones clave en inversión, infraestructura y desarrollo económico en América Latina.
Los bancos de desarrollo se posicionan como agentes que tienen el potencial de proveer y canalizar recursos para el financiamiento climático y apoyar la implementación de planes en línea con las CND. En los últimos años, estas instituciones han adoptado la sustentabilidad ambiental como uno de sus principales objetivos, exponiendo el potencial que tienen en el financiamiento verde a través de distintos ejes.
En primer lugar, contribuyen a financiar directamente proyectos de inversión. Tal es el caso del BNDES en Brasil, que financió el 70% (270 millones de dólares) de la construcción de siete parques de energía eólica en el país, destinados a proveer energía limpia a miles de hogares. Este ha sido un proyecto significativo en el país, tomando en cuenta que es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero en Latinoamérica por su uso intensivo de combustibles fósiles.
Los bancos de desarrollo también fungen como intermediarios financieros con el sector privado en cada país, como BancoEstado en Chile, que se dedica a otorgar créditos a personas y empresas que deseen desarrollar proyectos de energías limpias, economía circular o electromovilidad. En 2020 anunciaron una iniciativa de otorgamiento de créditos hipotecarios a una tasa históricamente baja (1.79%) para adquirir viviendas con certificación en eficiencia energética.
Asimismo, juegan un papel importante el desarrollo de los mercados financieros y en la captación de recursos a través de él. Tal es el caso de Nacional Financiera, que en 2016 emitió el primer bono verde en México , denominado en moneada nacional, cuyos recursos han sido destinados al financiamiento de proyectos de energía renovable.
Posterior a esta emisión, que fue muy demandada, esta y otras instituciones de banca de desarrollo, así como el sector privado, han continuado emitiendo deuda verde para financiar proyectos de infraestructura, agua, energía y transporte limpio.
Además, son un canal para recibir financiamiento de fuentes internacionales, principalmente de agencias de desarrollo y bancos multilaterales, como el BID, el Banco Mundial y la AFD. Poseen la ventaja de conocer el contexto económico y las condiciones de mercado del país donde se encuentran, para así canalizar adecuadamente los recursos, hacia los sectores más importantes.