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Europa vista desde América Latina

La política es comunicación y numerosos problemas que enfrentan las democracias europeas derivan de su imposibilidad de conectar sus narrativas con la población.
mié 16 noviembre 2022 06:06 AM
Europa vista desde América Latina
La política es comunicación y numerosos problemas que enfrentan las democracias europeas derivan de su imposibilidad de conectar con la población. Quizá revisar lo que pasa en AL abriría el panorama creativo de los gobernantes europeos, apunta José Luis Barrera.

(Expansión) - El pasado jueves 3 de noviembre sucedió uno de los actos más ignominiosos que han atestiguado las democracias modernas europeas y que, dolorosamente, pasó desapercibido en casi todos los medios de comunicación. En plena discusión de la Asamblea Nacional francesa, un legislador del partido ultraconservador de Le Pen le gritó a un diputado afrodescendiente que se regresara a África (Retourne en Afrique) mientras éste hacia uso de la palabra para tratar el tema migratorio.

El asombro de los otros legisladores se puede en ver en sus rostros captados en video. Comparto el asombro, es muy difícil creer que actos atroces como ese se den justo en el corazón del país que sentó las bases de los derechos humanos y que dio vida al lema Liberté, Égalité, Fraternité.

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Naturalmente, si eso sucede en la République, lo que acontece en el resto de ese continente no es esperanzador. Alemania dio a conocer hace unos días que una parte de su estratégico puerto de Hamburgo sería adquirida por Cosco Shipping, una de las navieras más grandes del mundo de propiedad estatal china. Parece que el discurso de no favorecer a gobiernos autoritarios no aplica cuando de intereses económicos se trata.

En Italia ganó un gobierno de ultraderecha que sin tapujos reivindica doctrinas fascistas del pasado; en Polonia y Hungría sus gobiernos están encabezados por líderes ultraconservadores que no se han mostrado para nada propensos a defender la democracia. Ya ni hablar de la guerra que tienen en el este o de la vergüenza británica. El racismo, el pragmatismo económico, y las fuerzas políticas conservadoras erosionan la imagen de Europa ante el resto del mundo.

El contraste con lo que pasa ahora en América Latina es notable. Las posturas políticas progresistas dominan la región, Colombia por primera vez en su historia tiene un gobierno de izquierda y también por primera vez los países más importantes del continente coinciden en su posición política. Las narrativas se llenan de palabras como transformación, reconciliación, mesas de diálogo, pacificación o justicia.

No quiero que se me mal interprete. América Latica continúa sofocada por innumerables problemas que en Europa llevan décadas de no presenciar. Sin embargo, considero que el futuro de la democracia como sistema de vida y el destino del mundo liberal ya no recae únicamente en Occidente, sino que, posiblemente por primera vez, comparten esa tarea con el sur global.

Sin afán de sonar pretencioso, hay elementos de los que bien podrían considerar los europeos dejando de lado todo posible prejuicio. Con regularidad se califica de “populistas” a algunos gobiernos latinoamericanos, pero si se le otorgara seriedad a su análisis, se podrían identificar en ellos novedosos mecanismos de comunicación entre autoridades y gobernados.

La política es comunicación y numerosos problemas que enfrentan las democracias europeas derivan de su imposibilidad de conectar sus narrativas con la población. Quizá revisar con compromiso lo que pasa de este lado de Atlántico abriría el panorama creativo de los gobernantes europeos.

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Otro aspecto que podrían aprender es cómo mantener a los movimientos de derecha a raya. En Europa los ultraconservadores han ofrecido un discurso atractivo para numerosos grupos sociales que se han visto afectado por los estragos que trajeron consigo décadas de neoliberalismo.

En América Latina la izquierda ha sido capaz de ofertar ideas que conectan con amplios sectores populares y que evitan que fructifiquen las posturas reaccionarias o que al menos sean insuficientes para conquistar el poder público. Lo hecho por Lula, Petro o el mismo López Obrador es una bocanada de aire para las democracias liberales.

Ya hay líderes europeos que han mostrado interés en Latinoamérica como el francés Jean-Luc Mélenchon o el español Juan Carlos Monedero, quienes han llevado a cabo giras en la región y se han entrevistado con numerosos colectivos y políticos. Sin un mayor número de líderes de Europa viera al sur con humildad y auténtico interés, tal vez podrían llevarse buenas sorpresas, entre ellas algunas ideas para revitalizar sus regímenes políticos y encender el faro democrático que alguna vez fueron.

Nota del editor: José Luis Barrera Ruiz es asesor legislativo en el Senado de la República, además de internacionalista y administrador público. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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