Además, creo que será fundamental lograr credibilidad ante las dudas válidas relacionadas con este tema tan controversial, ¿qué pasaría si las jornadas fueran más cortas? ¿Lograríamos ser más productivos? ¿Sería posible llevar a cabo este tipo de formato laboral en un país latinoamericano? ¿Los líderes estamos preparados para ello?
Lo que sí es evidente es que las expectativas de la fuerza laboral han cambiado, los colaboradores buscan mayor flexibilidad, por lo cual, una semana laboral de cuatro días podría ser viable para algunas compañías; en este sentido, una transformación a ese nivel requiere no solo una política de trabajo relacionada con la jornada laboral, en realidad pone a prueba la capacidad de las organizaciones para desarrollar el talento de sus equipos, llevándolos a un nivel en el cual sea posible conquistar metas y objetivos en menos tiempo.
Es posible pensar que esto será responsabilidad individual de cada colaborador, cuando en realidad es un compromiso de los líderes en conjunto con sus trabajadores. Por lo tanto, para comenzar a cambiar el paradigma relacionado con las horas de trabajo, primero tenemos que pensar si como compañía tenemos la capacidad de hacerlo. Es difícil modificar un comportamiento que hemos tomado como una realidad por tanto tiempo, las jornadas laborales están normadas en todos los países de América Latina y van entre 40 a 48 horas semanales legalmente requeridas para la gran mayoría.
No es tan sencillo argumentar los beneficios que esto pudiera representar para las empresas, se debe investigar las condiciones que han permitido aplicar esta jornada laboral; uno de los ejemplos que nos ayuda a comprender el valor de una reducción de días laborales lo encontramos en Reino Unido, donde Atom Bank, un banco, introdujo una semana laboral de cuatro días y 32 horas sin reducción en el salario del personal en noviembre de 2021. De forma inmediata la compañía vio un aumento del 500% en las solicitudes de puestos vacantes, y en agosto de 2022 la organización informó que la productividad había aumentado en un 92%.
Otro ejemplo de que existe evidencia de una relación entre la mejora en productividad con menos horas trabajadas está en Dinamarca, Alemania y Noruega, países que tienen las horas de trabajo anuales más bajas de Europa y, sin embargo, se encuentran entre los países más productivos de la Unión Europea.
Ahora bien, si todo parece ser tan increíblemente bueno, ¿por qué las empresas mexicanas no están implementando este tipo de modelos? Una respuesta puede ser la incertidumbre, pues un cambio de estas proporciones significa un reto enorme ante lo cual aún no estamos preparados, sin embargo, sí obligados a planificar cómo llegar a esto en unos años.