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¿Es la deuda externa un problema para la economía nacional?

En el corto plazo el gobierno cuenta con los recursos para cumplir con sus compromisos con los acreedores externos sin tener que recurrir a medidas extraordinarias, apunta Celsa Guadalupe Sánchez.
vie 09 diciembre 2022 12:02 AM
moneda de un peso
El incremento en el costo de la deuda no es asunto imputable al gobierno mexicano, apunta Celsa Guadalupe Sánchez.

(Expansión) - El fantasma de la deuda pública externa de México suele aparecerse de cuando en cuando, a pesar de las promesas de varios mandatarios que en su momento se han comprometido con vehemencia a gestionar programas de refinanciamiento con mayor responsabilidad y prudencia, con el propósito de enmendar errores del pasado y mantener finanzas públicas sanas.

De sobra existen razones para ser cautelosos en este tema. Revisando la historia sobre el comportamiento de la deuda externa de nuestro país, encontramos toda clase de vicisitudes, que van desde invasiones de potencias europeas en el siglo XIX por incumplimientos de pago, hasta las complejas negociaciones realizadas con el Fondo Monetario Internacional o los cuestionados acuerdos con el gobierno de Estados Unidos para recibir un crédito de emergencia después de los famosos errores de diciembre de 1994.

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Ciertamente, desde hace ya un par de décadas no hemos experimentado el círculo vicioso del riesgo de incumplimiento en el pago de la deuda, desconfianza de los acreedores e inversionistas internacionales, fuga de capitales y devaluación de la moneda nacional. El gobierno mexicano ha cumplido puntual y cabalmente con sus compromisos, y las puertas de los mercados financieros han estado abiertas para nuevas colocaciones de bonos gubernamentales, con evaluaciones de las calificadoras internacionales que hasta ahora no han bajado del grado de inversión, lo que pone de manifiesto que tenemos una capacidad de pago razonable y, vale decirlo, que somos un país rentable para las instituciones y los inversionistas financieros.

¿Esto significa que la deuda externa ya no es problema para la economía mexicana? Podemos afirmar que en el corto plazo el gobierno cuenta con los recursos para cumplir con sus compromisos con los acreedores externos sin tener que recurrir a medidas extraordinarias, a pesar de las alzas en las tasas de interés a nivel internacional para combatir la inflación, y en particular de los incrementos en los réditos en Estados Unidos, nuestro principal acreedor, decretados por la Reserva Federal en lo que va del año. Recientemente, la Secretaría de Hacienda informó que debido a estas alzas el costo de la deuda en moneda extranjera se duplicó en el mes de agosto en relación con el mismo periodo del año anterior.

Evidentemente, el incremento en el costo de la deuda no es asunto imputable al gobierno mexicano. Lo que, si podemos atribuir o, mejor dicho, reconocer de las últimas administraciones públicas, es una estrategia responsable y atinada para convertir paulatinamente la mayor parte de la deuda pública en deuda interna, ya que esto disminuye la vulnerabilidad frente a fluctuaciones en el tipo de cambio. De acuerdo con el Centro de Estudios de Finanzas Públicas (CEFP), al cierre de septiembre la deuda pública neta total ascendió a 13 billones 505,000 millones de pesos, de los cuales el 68% era deuda interna.

Otro logro que amerita reconocimiento es el mantenimiento de un nivel moderado en la proporción que representa la deuda pública total en relación con el Producto Interno Bruto, que actualmente ronda el 50%. En contraste, encontramos que en Estados Unidos esta relación es de más del 130%, en Brasil casi del 100%, en China del 68% y en América Latina el promedio es de 80%.

Cabe destacar también que desde el 2019 a la fecha, la Secretaría de Hacienda ha informado de la recompra anticipada de nueve bonos externos, lo que le ha permitido al gobierno mexicano refinanciar 14,000 millones de dólares. Como resultados de estas operaciones, los pagos a capital que se tenían programados para el 2025 pasarán de 4,240 a 1,280 millones de dólares.

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El camino recorrido para llegar a este punto no ha sido sencillo y se ha pagado un costo muy elevado, más allá de la evidente carga financiera para el erario público. Los enormes recursos destinados para cubrir el pago de intereses y las amortizaciones de capital nos hacen preguntarnos, ¿qué podríamos hacer con esos recursos para impulsar el desarrollo económico nacional? Las respuestas son variadas, y no faltan las opiniones extremas que sugieren una cancelación total de la deuda como estrategia para obtener mejores condiciones. La apabullante realidad es que los mercados financieros están fuertemente integrados y una suspensión de pagos no es una opción viable.

México debe seguir apostando por un manejo inteligente y responsable de su deuda externa, integrar en el marco normativo criterios de sostenibilidad para su contratación y manejo pensando en las futuras generaciones, garantizar finanzas públicas sanas, independientemente del partido político que esté en el poder, y asegurar que los funcionarios públicos responsables de la gestión de la deuda sean expertos financieros y negociadores.

Nota del editor: Celsa Guadalupe Sánchez Vélez es Directora del Colegio de Administración y Negocios del Sistema CETYS Universidad. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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