En México se requiere de un modelo de desarrollo industrial, que cree los incentivos para la generación de conocimiento tecnológico susceptible de ser patentado y así extender su cadena de valor al mercado.
Los investigadores son una fuerza poderosa cuya dinámica es capaz de mover a todo un país; sin embargo, su potencial queda limitado si no se propicia un sano entorno que detone su talento y creatividad. Se trata de orientar la capacidad científica y tecnológica del país hacia la atención de los problemas prioritarios y concretos de la sociedad.
En el país, la producción científica, medida sobre la base del número de publicaciones indexadas anuales, se ha incrementado considerablemente. Hoy, a nivel mundial, ocupamos el lugar 28 en volumen de producción científica, con más de 25,000 artículos científicos anuales, con lo cual la aportación de México al conocimiento mundial es del 1%.
En tales casos, los criterios de desempeño del trabajo académico se basan en mayor medida en los aportes a las publicaciones científicas que en las aplicaciones de los resultados de la investigación.
El reto no es fácil, pues la innovación es un proceso interactivo y de retroalimentación constante, que tiene lugar en el mercado. Se debe tener claro que no todos los resultados de la investigación culminan en innovaciones.
Por ejemplo, en las universidades y centros de investigación nacen muchos buenos proyectos científicos y tecnológicos, pero la mayoría tiene una muerte solitaria, sin haber visto la luz del éxito comercial.
Es deseable que los avances científicos y tecnológicos, ya ejecutados en los entornos universitarios, se transformen en oportunidades de trasferencia tecnológica. Esto requiere del otorgamiento de apoyos para la maduración de las tecnologías surgidas en los laboratorios, con el fin de que puedan convertirse en prospectos atractivos de inversión que originen nuevas líneas de negocio o bien nuevas empresas.
Validar un producto al mercado es una encomienda compleja para investigadores e inventores, muchos de ellos junto con sus desarrollos sucumben ante el llamado “valle de la muerte”. Esta brecha se da entre el momento en el que se ha desarrollado un concepto tecnológico o bien se ha llegado a la creación de un prototipo de la invención y la validación de estos en el mercado. Este es el momento en el cual gran parte de las invenciones de carácter científico comienza a caer, debido a la falta de inversión en etapas tempranas.