No solamente ocurre de forma flagrante y directa, algunas veces existe de forma no intencionada. En cualquier caso, el lavado verde sigue siendo grave y las empresas deberían evitarlo y prevenirlo. ¿Qué tipos de greenwashing identificamos en nuestro día a día y cómo podemos trabajar como empresas para evitarlo y como consumidores para desincentivarlo?
1. Información falsa
Sin duda, el peor tipo de lavado verde son las afirmaciones ambientales falsas. Entre los ejemplos más comunes encontramos productos que aseguran estar certificados o registrados por organismos reconocidos que validan sus beneficios ambientales o sociales. Esto es simplemente inaceptable.
Este caso sucede no solamente por falta de información, sino también por falta de regulación, lo cual hace muy difícil combatir este tipo de greenwashing. Con todo, también es relevante recalcar que estas acciones claramente fraudulentas pueden ser perseguidas penalmente en algunos casos graves.
2. Falta de pruebas o imprecisiones
Una afirmación ambiental sin fundamento puede desinformar al consumidor, tanto de forma deliberada como por error. Por ejemplo, hay productos que anuncian componentes o contenidos de una cierta calidad o características sin ofrecer datos de cómo se estima esto. También se da el uso de etiquetas que buscan confundir al consumidor al afirmar que algo es verde o natural, cuando esto puede significar muchas cosas.
3. Irrelevancia
Algunas afirmaciones ambientales pueden ser ciertas pero irrelevantes o incluso inútiles para los consumidores que buscan productos ambientalmente responsables o que tienen otras preferencias de consumo saludable. Un ejemplo que puede rayar lo ridículo: las tortillas de maíz “sin gluten”.