A diferencia de la tensa relación bélica de la postguerra con la URSS, la confrontación del vecino del norte con China tiene, simultáneamente, varios frentes. En todos ellos, la potencia oriental ha venido ganando peso aceleradamente en las últimas dos décadas. Existe una intensa lucha por la supremacía en los sistemas de pago, así como en la cobertura de redes sociales, librándose una intensa y soterrada lucha en el terreno monetario, en el que cada día el dólar ha venido teniendo descalabros importantes.
La propuesta de una criptomoneda de emisión estatal pone a China a la vanguardia, manteniendo al yuan como un importante activo de reserva. La valuación de esta moneda tiene una clara orientación a mantener una agresiva postura comercial, la que, gracias a una monolítica visión central, evita diferendos de regulación crediticia, como los que pudieran suscitarse entre del Departamento del Tesoro y la Fed.
Las empresas chinas poca consideración o respeto muestran ante las medidas de protección industrial de las empresas norteamericanas, haciendo todo lo necesario para expandirse hacía nuevos mercados, ampliando cada día presencia en países otrora dominados por los intereses estadounidenses.
El consumo de acero y otros comodities confronta cotidianamente a esos grandes consumidores, los cuales despliegan complicadas estrategias comerciales para dominar el acceso preferente y el suficiente abastecimiento. La potente sinergia que construyen Rusia y China en materia de suministro y provisión de insumos, a partir de que iniciara el conflicto con Ucrania, proyecta el tendido de fuertes cadenas regionales que inevitablemente incidirán en los precios internacionales de varios productos.
La rivalidad entre las enfrentadas no involucra de manera significativa la presencia de fuerzas armadas en determinados territorios, ni la existencia de pactos en el ramo, como los que derivaran de la Segunda Guerra Mundial, aunque esto podría cambiar sustancialmente, en caso de que Beijing adopte una posición proactiva en cuanto a Taiwán. Hasta ahora, la membresía en del Consejo de Seguridad en la ONU no ha sido empleada a modo de hacer valer posturas frente a la comunidad internacional, pero, con el estrechamiento del vínculo con Moscú, esto puede comenzar a cambiar en breve.