Gracias a que los lenguajes y compiladores permiten representar con mayor facilidad la realidad compleja de las empresas, ordenar su información y procesar sus transacciones, tenemos productos y servicios avanzados en tiempo real en muchos sectores de la economía. Bancos, telecomunicaciones, viajes o videojuegos no serían posibles si sus procesos tuvieran que escribirse con ceros y unos.
Los compiladores o intérpretes están basados en la “máquina de Turing”, la teoría de autómatas desarrollada en los años 40’s por el matemático inglés. El primer lenguaje informático fue “Fortran” en los años 70’s, que permitía estructurar un conjunto de órdenes en un lenguaje más amigable que ceros y unos. Luego vinieron otros como Cobol, Pascal, Prolog o Lisp, las herramientas CASE (Computer Aided Software Engineering) y nuevos lenguajes orientados a objetos (POO) como C++ y Python, cada vez con mayores capacidades de recibir instrucciones complejas de forma más simbólica.
En mi opinión, ChatGPT, DALL.E y algún otro no tan conocido, pertenecen a la siguiente generación de compiladores, que son capaces ahora de interpretar el lenguaje natural y convertirlo en ceros y unos que buscan datos o calculan cosas sobre una gran base de información almacenada. Pero eso no es inteligencia, es automatización.
La inteligencia es otra cosa. La inteligencia es la capacidad de proyectar y de imaginar. Es entender el guiño de un amigo, reírse de un chiste malo, saber que alguien te está mintiendo con solo mirarle a los ojos. Inteligencia es que tu abuelo diga que mañana va a llover, aunque tu no veas una sola nube en el cielo, y que en efecto así ocurra.
La gente está maravillada con estas aplicaciones y lo llama “Inteligencia Artificial (IA)” porque además de estar entretenidos con las tontadas que aparecen en las redes sociales, ya estaban acostumbrados a la velocidad y los resultados de los buscadores de internet. Pocos esperaban que la tecnología de lenguajes y compiladores diera este salto adelante, entendiendo lo que escribimos y respondiendo con un aura de inteligencia a preguntas de cultura general, resumiendo artículos, combinando fotografías y gráficos avanzados, traduciendo frases a otros idiomas o codificando instrucciones en otros lenguajes de programación.
Eso es lo que hace ChatGPT, interpretando el lenguaje natural y traduciéndolo en órdenes de búsqueda y procesamiento de millones de textos y contenidos almacenados hasta el año 2021 para dar una respuesta. Pero no tiene capacidad de resolver nuevos problemas, aquellos que no estén documentados previamente – quizás para un problema matemático te conteste que “habría que hacer una aproximación polinómica” (un procedimiento de cálculo desarrollado por Newton y Lagrange). Pero no hay intuición detrás. No hay ninguna nueva aportación.