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"Foie gras'ing", un mindset de startups que impulsó la caída de SVB

La cantidad de dinero que las firmas de capital de riesgo inyectan en las empresas de Silicon Valley es astronómica, apunta Juan Alberto González Piñón.
vie 24 marzo 2023 05:59 AM
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Las malas decisiones de Silicon Valley Bank y su posterior quiebra han causado temores en el sector bancario estadounidense.

(Expansión) - Incrementar artificialmente la valuación de una startup, a través de la excesiva captación de fondos para fomentar su tracción comercial, puede significarle un paso a la muerte.

En el ámbito financiero internacional existe la hipótesis de que, una parte de las causas que llevaron a la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB), fue la burbuja de las empresas unicornio, que alcanzaron una valuación superior a 1,000 millones de dólares (mdd), y que ante el alza de tasas mostraron problemas para dar los retornos a los bancos que los financiaron.

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La cantidad de dinero que las firmas de capital de riesgo inyectan en las empresas de Silicon Valley es astronómica.

En una tendencia a la que la firma de analistas CB Insights se refiere como "foie gras'ing", el número de rondas de financiación de Silicon Valley que recaudan más de 100 mdd se triplicó entre 2017 y 2019, y las principales empresas como Uber a menudo atraen miles de millones de dólares en pre inversión de salida a Bolsa.

Si bien es cierto que las empresas emergentes necesitaban atraer inversión con rapidez para establecer una posición dominante en el mercado, también es cierto que inundar con efectivo a esas compañías, e incluso trasladar ese flujo de capital hacia los usuarios a través de precios artificialmente bajos e incentivos generosos, no siempre logra eliminar a la competencia, ni justificar sus valuaciones estratosféricas.

Recaudar más capital en rondas cada vez más grandes no debe ser una parte esencial de la fórmula del éxito.

Esta forma de crear valor no es lo que necesita el mercado y mucho menos si se refiere a mercados como el mexicano.

Lo deseable es fomentar el surgimiento de empresas que hayan lanzado un producto al mercado y puedan demostrar que ese producto es precisamente lo que quiere el mercado y que por lo tanto necesitan dinero para escalar; esa es la clave al momento de buscar capital.

En una época donde los nuevos productos y servicios se construyen rápidamente combinando piezas de hardware y software, cada vez más aparentes innovadores, han conseguido recibir valuaciones de miles de millones de dólares en un tiempo récord. Esas valuaciones “unicornio” no parecen basarse en ningún fundamento de inversión, sino en el mero fervor de los primeros usuarios y en la promesa de los futuros ingresos.

El éxito lo dictamina el mercado, es difícil saber cuándo, pero no te lo van a dictar tus mentores, no te lo va a decir un inversionista, no te lo va a decir un experto en la industria, no te lo van a decir las tendencias, te lo va a decir el mercado.

Sin embargo, también vale la pena señalar que, en países como México, el monto de inversiones requerido para el desarrollo de un nuevo producto o servicio que prometa impulsar la progresión tecnológica y social, a menudo es inadecuado si se habla de producir invenciones monumentales que cambian el juego.

En el país, el acceso de las nuevas empresas de base tecnológica al capital aún es difícil debido al carácter conservador del sistema bancario tradicional, naturalmente contrario al financiamiento de intangibles. Esta situación refleja una falla sistémica que obstaculiza el arribo de nuevas soluciones tecnológicas al mercado.

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En el financiamiento destinado al arranque de las nuevas empresas de base tecnológica, el apoyo del capital ángel es crucial pues constituye el vínculo entre el capital semilla y el capital de riesgo.

Pensar en la patente del teléfono de Bell, la cual se convirtió en la patente más valiosa de la historia. Imaginar que Edison, Bell o Tesla no hubiesen obtenido capital inicial para sus desarrollos sería equivalente a vivir en ecosistemas que regularmente sofocan la innovación.

Para México aún es pertinente pensar en la creación de fondos público/privados para el financiamiento de empresas de nueva creación, como respuesta a la debilidad del mercado de capital semilla, así como complementar la prestación de servicios destinados a mejorar las posibilidades de éxito y sustentabilidad de propuestas de nuevas empresas especialmente en lo que respecta a capacitación, financiamiento de la prueba de concepto y prototipado, los vínculos con instituciones de investigación, el acceso a programas públicos de apoyo a la I+D y creación de redes con inversionistas potenciales de capital de riesgo en rondas de financiamiento posteriores al capital semilla.

El escenario ideal es que un fondo de estas características invierta en empresas innovadoras que tengan, a lo sumo, un año de haber iniciado operaciones, con la posibilidad de coinvertir en las etapas siguientes, el programa podría apoyar tanto a empresarios innovadores como a científicos orientados al mercado, independientemente del campo tecnológico o científico de aplicación.

No se debe ver a las mega rondas de más de 100 mdd como algo rutinario, pues existe el riego de distorsionar el mercado de los nuevos emprendimientos.

Incrementar artificialmente las valuaciones de las startups, en países que requieren mayor fomento a la innovación, es inhibir el papel del capital de riesgo en el arranque de las iniciativas basadas precisamente en la innovación.

Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es Director Corporativo de Innovación y Transferencia de la Universidad Panamericana. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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